En
su visita a México, el Premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa, tuvo la
sinceridad para confesar que como director de cine ha sido un completo fracaso.
El
escritor, quien cuenta con la nacionalidad española, además de su natural
nacionalidad peruana, señaló que sólo una vez en su vida ha estado involucrado
en la elaboración de una película; sin embargo admitió que el resultado fue
catastrófico, refiriéndose nuevamente al filme Pantaleón y las visitadoras, pues “es una historia tan inverosímil
que revela los extremos del absurdo a los que puede llegar el cine”.
Vargas
Llosa compartió que el origen de esta película, dirigida también por José María
Gutiérrez Santos, se remonta al día en que estando en Cuernavaca, Morelos, en
México, recibió una llamada de un supuesto representante de la Paramount
Pictures, proponiéndole dirigir una versión cinematográfica de su novela
escrita en 1973. Inicialmente, el escritor dudó y se negó alegando un total
desconocimiento de la dirección fílmica.
Sin
embargo, “de pronto un día me dije esto puede ser la gran aventura de mi vida,
hacer una película sin saber absolutamente nada de cine. Y bueno, lo que salió
es ese horror que los valientes que se atrevan a ver”.
El
autor, uno de los escritores del llamado boom latinoamericano, comentó que a partir de un momento de su
infancia el cine se convirtió en el entretenimiento mayor. Dijo que siempre al
ver filmes inspirados en sus textos se ha encontrado con la sensación de que
eso que contempla “parece la creación de otras manos, de otro espíritu”.
Sobre
esta percepción, aclaró que se debe a que el escritor cuando escribe una novela
nunca ve a sus personajes como los ve un espectador en una película. “Mi
impresión es que todos los novelistas sentimos a nuestros personajes, pero son
difusos o cambiantes. Pero jamás su físico tiene la nitidez, esa naturaleza
fatídica e irremediable que tiene un personaje de carne y hueso o un personaje
en la pantalla”.
Siempre con un tono nada solemne, el también
candidato a la presidencia del Perú en 1990 dijo que siempre ha pensado que el
cine y la literatura se parecen mucho porque ambos cuentan historias. Aunque
reconoció que es muy difícil traspasar una historia de un libro a una película.
“Por eso siempre he pensado que no debía como autor de un libro involucrarme en
modo alguno en su transformación a una película”. Y agregó que siempre ha
preferido otorgar a los cineastas la misma libertad que él tuvo a la hora de
escribir sus historias.
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