Helen Clark, Administradora del Programa de las
Naciones Unidas (PNUD), detalló en su participación en la sesión de Alto Nivel en la 13ª
Conferencia de los Estados Partes en el Convenio sobre la Diversidad Biológica,
en donde explicó que se busca reflexionar sobre los avances logrados hasta ahora
en el Plan Estratégico para la Diversidad Biológica y las perspectivas para
alcanzar los Objetivos de Aichi para la Biodiversidad para 2020.
En los últimos treinta años, el mundo ha sido testigo
de grandes avances en el desarrollo. Más de mil millones de personas han sido
eliminadas de la pobreza, la esperanza de vida ha aumentado significativamente
y las tasas de alfabetización han aumentado considerablemente.
Sin embargo, este importante progreso en los frentes
económicos y sociales se ha logrado demasiado a menudo a expensas de nuestro
entorno natural, cuya salud está muy dañada.
Ejemplo de estas situación es que en las últimas tres
décadas se perdió el 10% de biodiversidad del planeta, que es equivalente a un
área de la mitad del tamaño del Amazonas.
Aunado a que las poblaciones de un estimado de tres
mil especies de mamíferos, aves, reptiles, anfibios y peces han disminuido en
más de la mitad su población. Así como que 80% de las poblaciones mundiales de
peces están totalmente o sobreexplotadas. Sin olvidar que se ha superado las 400 partes por millón de
CO2 en la atmósfera.
Sin olvidar que el urbanismo actual y futuro ejerce gran
presión sobre el medio ambiente y cuya situación continuará en las próximas dos
décadas, en donde la población mundial se expandirá en más de 1,200 millones de
personas y la demanda de alimentos aumentará en un 35%, el agua en un 40%, y
para la energía en un 50%.
Lanzó un llamado de urgencia y declaró que “a menos
que cambiemos la forma en que gobernamos y usamos los recursos del mundo, los
impactos negativos en el medio ambiente natural se harán más pronunciados, con
serias implicaciones para nuestros medios de subsistencia, salud y bienestar y
seguridad en el futuro cercano”.
En dicho tenor, el PNUMA ha informado que las
inversiones en áreas protegidas tienen un retorno promedio de al menos 50: 1 en
beneficios socioeconómicos. Investigar en la naturaleza tiene un buen sentido
económico, lo que explica por qué los inversores mundiales, que representan más
de 60.000 millones de dólares en fondos de inversión de impacto, están buscando
oportunidades de inversión ambiental.
Cabe mencionar que 1.600 millones de personas dependen
de los bosques para empleos, medios de subsistencia, alimentos y combustible;
Una de cada ocho personas depende de la pesca para su sustento; Y más de cuatro
mil millones de personas dependen de los medicamentos derivados de los bosques
para su salud. La inversión en la naturaleza ayuda a garantizar que las
personas más vulnerables de la sociedad, especialmente los más de 800 millones
de personas que viven en la pobreza, tengan una red de seguridad duradera.
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