Los manglares tienen un papel fundamental en los sistemas costeros en
los que se encuentran, ya que albergan una gran diversidad de especies, al ser barrera
de protección ante fenómenos meteorológicos extremos, evitan la erosión costera,
son necesarios para mantener la productividad de la industria pesquera,
permiten la conectividad con otros ecosistemas costeros y funcionan también
como repositorios de agua y reguladores de su calidad, de ahí lo esencial que
es su preservación.
Los arboles de mangle son capaces de crecer en suelos sumergidos en agua
salina, son los protagonistas del ecosistema de manglar. De acuerdo con la
Comisión Nacional Forestal
(Conafor), México es el cuarto país con mayor extensión de manglares en
el mundo, con más de 750 mil hectáreas estimadas en 2010. Los manglares se
encuentran en los 17 estados costeros del país, aunque el 55% está en la
península de Yucatán.
Los manglares interactúan con el agua de diversas formas. En principio,
almacenan agua que puede infiltrarse para recargar el acuífero. Bajo sus raíces
se inmoviliza una gran cantidad de materia orgánica y sedimentos, debido a lo
cual se constituyen como filtro biológico que atrapa todo tipo de contaminantes
como aceites, metales pesados, compuestos utilizados en fertilizantes o
plaguicidas del agua de los ríos, antes de que contaminen el mar u otros
cuerpos de agua.
Los servicios que prestan son difíciles de monetizar, pero distintas
valoraciones señalan que en términos económicos es más factible la conservación
del ecosistema, que invertir en costosas plantas de tratamiento o
infraestructura destinada a hacer lo que los manglares hacen de manera natural.
Si bien los manglares pueden, filtrar el agua y retener contaminantes al
hacerlo, su capacidad de hacerlo es limitada. Por esto, el cambio de uso de
suelo para desarrollo turístico, agrícola, acuícola, ganadero y urbano, la tala
inmoderada, junto con la descarga de aguas negras, la llegada de contaminantes
como pesticidas y derrames de petróleo, han resultado México es el país que
ocupa el cuarto lugar en superficie de manglares en el mundo.
Los bosques de mangle son enormes sistemas de purificación de agua que
se han visto amenazados por la actividad humana. Pese a esta importancia se han
perdido cerca del 50% de los manglares del mundo en los últimos 50 años, ello según
estimaciones de The International Blue Carbon Initiative.
Según datos de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la
Biodiversidad
(Conabio), entre 1970 y 2010 se perdieron 91 631 hectáreas de manglar en
nuestro país.
Un ejemplo se vivió el año pasado con la devastación del manglar Tajamar
en Cancún,
Quintana Roo, cuando las cerca de 60 hectáreas compuestas por diversas
especies de
Mangle (Rojo, Blanco, Negro y Botoncillo), así como por Palma Nakax y
Palma Chit, fueron desmontadas para darle paso a la construcción de un centro
comercial. A través de la presión social de diversos actores se logró la
cancelación de este proyecto, sin embargo, el daño al ambiente ya estaba hecho.
Este es el segundo año en que se conmemora el Día internacional de
conservación del ecosistema de manglares, proclamado en 2015 por la UNESCO, a
celebrarse el 26 de julio, por tratarse de “un ecosistema único, especial y
vulnerable que en virtud de su existencia, biomasa y productividad aporta
importantes beneficios a los seres humanos, prestando bienes y servicios a la
silvicultura y la pesquería, contribuyendo a la protección del litoral y siendo
particularmente importante en cuanto a la atenuación de los efectos del cambio
climático y la seguridad alimentaria para las comunidades locales.”
Cabe recordar que desde 2008, el Fondo para la Comunicación y Educación
Ambiental ha desarrollado un proyecto de recuperación de manglar y selva baja,
restaurando hasta ahora más de 1,050 hectáreas de manglar en Tuxpan y Alvarado,
Veracruz.
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