De acuerdo a Amanda Maxwell, Directora del Proyecto de Latinoamérica del
Consejo de Defensa de Recursos Naturales (NRDC por sus siglas en inglés), la
renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN o NAFTA
por sus siglas en inglés) es un tema internacional de discusión y gran
importancia comercial, en donde, lamentó que se aborda de manera inadecuada el
medio ambiente, la fuerza laboral o las preocupaciones por el cambio climático.
Explicó que los
objetivos de los Estados Unidos no abordan las principales deficiencias de
acuerdos comerciales anteriores como el Acuerdo Transpacífico de Cooperación
Económica (TPP, por sus siglas en inglés), y están muy lejos de ser “un
mucho mejor acuerdo para los estadounidenses” que el presidente Trump prometió.
Las prioridades
mexicanas solamente mencionan cuestiones ambientales transitorias, y resaltan
la explotación de combustibles fósiles como una oportunidad económica del siglo
21. Temas como las normas de origen, propiedad intelectual y aranceles de
importación juegan papeles principales – y ciertamente todos son temas
importantes que necesitan ser actualizados.
Sin
embargo la renegociación del TLCAN debería establecer un nivel más alto en
términos de objetivos para proteger a las personas, al planeta y a los
trabajadores. La especialista enlistó las prioridades ambientales de los dos
países que debe ser analizadas.
1. El
Mecanismo de Solución de Disputas Inversionista–Estado debería ser eliminado.
Uno de los más
grandes problemas con el TLCAN existente es la Solución de Disputas
Inversionista–Estado (ISDS, por sus siglas en inglés), el sistema que le
proporciona a las compañías lo necesario para atacar las protecciones
medioambientales y de salud pública. Este sistema le permite a compañías
multinacionales eludir a las cortes comunes y acudir a tribunales privados para
exigir dinero de los contribuyentes para políticas que afectan sus balances.
Las corporaciones
han usado este mecanismo de TLCAN para objetar prohibiciones sobre químicos
tóxicos, decisiones de los paneles de revisión ambiental y las protecciones
para nuestro clima. Han extraído más de 370 millones de dólares de los
gobiernos en estos casos y las reclamaciones pendientes del TLCAN ascienden a un
total de más de 50 mil millones de dólares.
El nuevo TLCAN
debería de eliminar la ISDS. En vez de esto, el plan de la administración de
Trump mantener la capacidad de las empresas de objetar las salvaguardas
ambientales, de salud pública y demás por medio de estos tribunales privados,
similar a lo que estaba en el TPP. EL NRDC (Consejo para la Defensa de Recursos
Naturales) se encontraba entra muchas organizaciones opuesta a las
disposiciones de ISDS en el TPP. Cabe destacar que Trump mismo rechazó el TPP
después de tomar posesión del cargo.
Las prioridades de
México para el TLCAN tampoco logran eliminar la ISDS. Solamente ofrecen
lenguaje vago para “modernizar todos los mecanismos de resolución de disputas”
en el TLCAN, incluyendo la ISDS, para hacerlos “más agiles, transparentes y
efectivos.” Esto no proporciona garantía alguna a los ciudadanos de que los
pueblos en los que viven, el agua que beben, o que el aire que respiran serán
protegidos de las corporaciones por el acuerdo.
Al no eliminar la
ISDS ambos gobiernos estarían aliándose con el sector corporativo por encima de
los trabajadores y las comunidades al permitirles a las compañías el seguir
pisoteando el medio ambiente y pagarles para hacerlo con dinero de impuestos.
2. El
cambio climático está completamente ausente.
El cambio
climático es el desafío global de nuestro tiempo que afecta
todos los demás asuntos – la seguridad, la economía, la geopolítica y sí, el
comercio. Hace poco más de un año, el entonces presidente Obama, el presidente
mexicano Peña Nieto y el primer ministro canadiense Justin Trudeau
anunciaron un número de metas trilaterales para combatir el
cambio climático. Renegociar el
TLCAN es una clara oportunidad para continuar alentando soluciones para el cambio
climático entre los tres países en una amplia gama de sectores, mientras crean empleos y crece la economía.
Lamentablemente,
la actual administración de los Estados Unidos ha perdido esta oportunidad. La
completa omisión del cambio climático en sus objetivos no es para nada
sorprendente, dado que el presidente está planeando de manera negligente retirarse del Acuerdo Climático de París.
Es quizás más
sorprendente, y por lo tanto aún más desalentador, que la lista de prioridades
de México tampoco incluye al cambio climático. México es visto a nivel mundial
como un líder en cuanto a política del cambio climático, y la administración de Peña Nieto ha señalado en repetidas
ocasiones su intención de reducir las emisiones de efecto de gas invernadero y ayudar a su gente a
adaptarse a los peores efectos del calentamiento global. Esta es una área en la
cual los negociadores mexicanos, y esperemos que también los canadienses,
puedan presionar a la administración estadounidense para que reconsideren su
postura.
3. Estándares
ambientales y laborales necesitan ser específicos, fuertes y obligatorios.
Los Estados Unidos
pretenden incluir ambas secciones, la ambiental y la laboral, dentro del texto
principal del acuerdo. Esto ciertamente es una mejora sobre el TLCAN actual, en
donde se encuentran relegadas a acuerdos laterales no obligatorios. Sin
embargo, el lenguaje específico utilizado en estas secciones revela que la
administración no planea hacer mucho para proteger a los trabajadores, a las
comunidades y a los recursos naturales de los cuales todos dependemos.
Muchos de los
puntos ambientales parecen ser copiados del TPP, los cuales recibieron
fuertes críticas por parte de expertos del medio ambiente y científicos por no
ser lo suficientemente fuertes. Años de experiencia han demostrado que el solo
hecho de incluir estas disposiciones en la base del acuerdo no lleva a una
aplicación sólida de la misma. Los Estados Unidos han fallado en presentar un
caso comercial contra ningún país (autorizado bajo recientes acuerdos
comerciales) por no cumplir con las obligaciones medioambientales, a pesar de
claras violaciones. Palabras fuertes sin la aplicación de la ley no
llevan a un cambio real en el terreno.
Del mismo modo, la
lista de prioridades de México incorpora preocupaciones ambientales de una
manera muy general en el segundo de sus cuatro puntos, “Avanzar hacia un
comercio regional inclusivo y responsable,” en donde también menciona problemas
laborales y de género. El plan es “fortalecer la cooperación y el diálogo entre
los países del TLCAN en materia de comercio y medio ambiente, y buscar mejorar
la infraestructura fronteriza.” Este lenguaje evasivo y vago, y por lo tanto no
proporciona ningún tipo de dirección real.
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