Después de varios años de
investigaciones, el científico del Instituto Politécnico Nacional (IPN), Miguel
Ángel Villalobos López, desarrolló biofertilizantes que, a diferencia de los
productos comerciales, actúan en suelos áridos y con salinidad mejorando el
crecimiento de cultivos entre 50 y 70 por ciento bajo condiciones de
invernadero.
La innovación desarrollada en el Centro de
Investigación y Biotecnología Aplicada (CIBA), ubicado en el estado de Tlaxcala
–que históricamente se caracteriza por sus suelos semiáridos-, podría ser
determinante para elevar la productividad de maíz y frijol en el campo
mexicano, ya que más del 70 por ciento de la superficie cultivable en el país
la constituyen zonas áridas y semiáridas y, aunque el riego artificial ha
ayudado a impulsar la productividad, ha generado incremento de la salinidad en
los suelos.
Villalobos López señaló que actualmente el CIBA
Tlaxcala cuenta con una colección de bacterias principalmente del género Rhizobium aisladas
de suelos muy deteriorados, las cuales tienen alto nivel de tolerancia al
estrés osmótico y salino y han probado su eficacia para asociarse con plantas
de interés agrícola para mejorar su productividad.
Desde hace tres años se ha probado con mucho éxito
una parte representativa de dicha colección en plantas de frijol cultivadas en
invernaderos bajo condiciones de sequía y salinidad, en ese caso el rendimiento
de biomasa mejoró al menos 50 por ciento, además de que las plantas inoculadas
presentan elevadas tasas de fotosíntesis.
Esta labor se desarrolla con el apoyo de
agricultores de Nopalucan, Tlaxcala, actualmente se evalúa un grupo selecto de
cepas en parcelas demostrativas de temporal que de manera natural presentan
elevados niveles de salinidad.
El científico politécnico comentó que entre los
agricultores existe mucho ánimo y expectativas en torno a la próxima cosecha.
“Aunque realizaremos análisis puntuales de los rendimientos, por el comportamiento
que han tenido las plantas estimamos que la productividad podría ser muy
superior comparada con los cultivos en los que no se aplicaron los
biofertilizantes“, puntualizó.
El primer paso para desarrollar los
biofertilizantes es aislar las bacterias silvestres de suelos impactados por
salinidad y/o sequía, después se mezclan las semillas con un cultivo bacteriano
saturado y se dejan reposar unos minutos antes de sembrarlas. Una vez plantadas
se inicia la siembra y al asociarse a las raíces estimulan la fijación de
hidrógeno.
Explicó que las bacterias Rhizobium se
asocian a las raíces de las leguminosas de manera altamente específica e
inducen la formación de pequeños órganos radiculares llamados nódulos, dentro
de los cuales se alojan las bacterias e inicia el proceso de la fijación
biológica del nitrógeno. En el maíz aún no se sabe cómo actúan, “es posible que
la asociación de las bacterias con las raíces del maíz induzca la síntesis de
osmolitos que protegen a las plantas del estrés causado por la salinidad, esto
aún lo estamos estudiando”.
Obtener los fertilizantes biológicos ha implicado
diversos estudios en los que han colaborado las especialistas del CIBA Tlaxcala
Ana Lilia Analilia Arroyo Becerra, Martha D. Bibbins Martínez, Selma Ríos
Meléndez y Andrea Salvador Muñoz. Con el apoyo de la investigadora del Centro
de Ciencias Genómicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM),
María de Lourdes Girard Cuesy, se ha realizado la caracterización genética de
las cepas.
Por considerar que los biofertilizantes
representarían una aportación importante para revitalizar el campo mexicano, el
doctor Villalobos López iniciará en breve el proceso para patentar las cepas
bacterianas que emplea y una vez que se tenga el registro se pensaría en transferir
la tecnología a empresas mexicanas productoras de fertilizantes, las cuales
tienen interés en comercializar los productos politécnicos.
En la zona que se ubica el CIBA Tlaxcala es alta la
producción de hortalizas, por ello otra etapa del proyecto consistirá en probar
el cepario de biofertilizantes en esos alimentos para mejorar su rendimiento.
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