El cuerpo depende de agua para todas sus funciones,
además es fundamental para lograr un equilibrio en el organismo. Sin embargo,
el consumo de este líquido no es igual para todos, ya que el tipo de
hidratación depende de factores como: la
edad, actividad física y los hábitos de cada persona.
Durante los primeros años de vida muchos de los
alimentos son líquidos, lo que implica cierta cantidad de agua que se consume
de manera indirecta; no es hasta cuando se introducen los alimentos sólidos que
se ve de manera más clara el consumo de este líquido vital.
Expertos revelan que a partir de los cuatro años de
edad la ingesta promedio de agua debe ser de 1.2 litros al día sin importar si son
niños o niñas, pero este último indicador varía después de los 9 a los 13 años
en donde, de acuerdo a los congresos internacionales de hidratación, los varones
deberán consumir 2.1 litros diarios y en el caso de las mujeres 1.9.
En la adolescencia y edad adulta se promedia una
ingesta de 2.5 litros de agua. En estas etapas de vida, entre el 70 y 80 por
ciento de la hidratación proviene de las bebidas, mientras que el resto
proviene de los alimentos sólidos, de acuerdo con datos de la Autoridad Europea
de Seguridad Alimentaria, EFSA, por sus siglas en inglés.
La salud y la ingesta de agua en la escuela
De acuerdo con datos de la UNICEF, uno de cada 20
niños de 5 años y uno de cada tres entre los 6 a 19 años padecen sobrepeso u
obesidad, esta problemática se localiza de manera frecuente en el norte del
país y en las comunidades urbanas, lo que sigue colocando a México dentro de
los primeros lugares en obesidad infantil a nivel mundial.
Una de las enfermedades relacionada con este reto de
salud es la diabetes tipo 2, ocasionada por una mala alimentación y el alto
consumo de bebidas azucaradas. Este tipo de hábitos, también aumentan la
probabilidad de desarrollar el síndrome metabólico y padecer enfermedades
cardiovasculares y algunos tipos de cáncer, de acuerdo a una reciente
investigación del Instituto de Fisiología Celular (IFC) de la Universidad
Nacional Autónoma de México (UNAM).
De acuerdo con las últimas proyecciones de la
Organización Mundial de la Salud, de seguir en esa situación, la diabetes
podría llegar a ser la séptima causa de mortandad en 2030.
Iniciativas como la regulación de los productos que
se venden dentro de las escuelas, instalación de comedores y bebederos en los
centros de estudios o campañas informativas a padres de familia sobre los
etiquetados en los alimentos que se consumen de manera regular, son acciones
benéficas que ayudan a tener un equilibrio en la salud de los estudiantes.
De manera particular, en el tema de hidratación no
solamente se necesita seguir impulsando la ingesta de agua, sino también se
necesita velar por el acceso al liquido de buena calidad, ya que de no contar
con las normas mínimas de sanidad puede causar otras repercusiones a la salud.
Algunas de
las estadísticas demuestran un cambio palpable en los siguientes rubros:
Aumento del consumo de agua en un 54% desde la instalación de bebederos
Reducción
de ingesta de bebidas azucaradas en 34%, en relación con escuelas que no
cuentan con estos sistemas agua
Disminución
del 16% en el consumo de envases de plástico, ya que existe dispositivos que
cuentan con la opción para rellenar cilindros
Si bien aún hace falta seguir impulsando este tipo de iniciativas, los
bebederos están promoviendo hábitos saludables y al mismo tiempo disminuyen el
impacto ecológico de los envases desechables.
¿Por qué beber agua en los periodos escolares?
El cerebro recibe 20% del flujo sanguíneo y cuando
no tiene suficiente agua, el volumen de la sangre disminuye por lo que existe
el riesgo de que este elemento no llegue a la cabeza y pueda tener afectaciones
a nuestro cuerpo.
Tan solo la reducción del dos por ciento de este
líquido vital en el cuerpo, puede ocasionar pérdida momentánea de memoria,
dificultad en el aprendizaje de operaciones matemáticas y problemas de la
vista. Además, ocasiona que las personas estén menos alerta, tengan
dificultades de concentración, se sientan cansadas y pueden presentar un aumento
en dolores de cabeza.
Por otro lado, existen periodos durante los horarios
escolares en los que se pierde más agua, tales como las clases de educación
física o cuando se practica algún deporte e inclusive durante los descansos
entre clases en donde los niños prefieren jugar que consumir alimentos.
Estas actividades pueden ocasionar deshidratación en
el cuerpo, la cual se ve incrementada en temporada de calor o cuando se
realizan al aire libre bajo los rayos del sol, lo anterior puede provocar
insolación, afectaciones a la piel y un desbalance del cuerpo.
Estas son algunas acciones que afectan el
rendimiento de los niños y jóvenes estudiantes, por lo que es indispensable
contar con una buena hidratación que ayude a regular la temperatura corporal,
eliminar las toxinas, mantener lubricadas las articulaciones y tendones,
prevenir afecciones respiratorias y mejorar su rendimiento en este nuevo ciclo
escolar.

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