Al reconocer que la epidemia tiene efectos diferenciados en cada
lugar y que éstos varían de acuerdo con una serie de características
poblacionales, académicos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM)
desarrollaron un índice de vulnerabilidad en México ante el coronavirus (COVID-19),
el cual integra los principales aspectos demográficos, socioeconómicos y de
salud de la población, a nivel municipal.
El trabajo sugiere que, aunque toda la
población es susceptible al contagio, existen grupos sociales más vulnerables
que otros. Con esto en mente, dicho índice considera tres dimensiones de
vulnerabilidad: demográfica, de salud y socioeconómica.
La
dimensión demográfica integra características de la población municipal que
pueden ser factores que aumentan la vulnerabilidad, tales como el porcentaje de
población mayor a 60 años.
En
este rubro también se considera el porcentaje de población indígena, pues estos
grupos podrían tener mayor grado de vulnerabilidad por motivos de
discriminación en la prestación de servicios de salud, o debido a una menor
capacidad de comunicación con personal médico que no hable lengua indígena.
Visto
desde la dimensión de salud, el índice está conformado por variables como la
infraestructura instalada de salud y el personal médico disponible, de manera
que aquellos municipios que dispongan en menor grado de tales recursos, serán
más vulnerables.
Otros
rubros que complementan esta dimensión son el total de camas hospitalarias de
cuidados intensivos, y los principales factores de morbilidades asociadas a
complicaciones de COVID-19 (diabetes, hipertensión, sobrepeso y enfermedades
respiratorias).
Por
último, la dimensión socioeconómica incluye el índice de marginación de cada
municipio a través del grado de educación, características de las viviendas
(agua, electricidad, drenaje, piso de tierra), condiciones de hacinamiento y la
dispersión de la población en el territorio. También integra el porcentaje de
población sin derechohabiencia a servicios de salud, además del promedio de
medios de comunicación dentro de cada vivienda.
El
índice clasifica cuatro grados de vulnerabilidad: medio, alto, muy alto y
crítico, y revela que el 63 por ciento de la población mexicana vive en
municipios con vulnerabilidad media, en grandes centros urbanos que cuentan con
la mayor infraestructura de salud y la mayor capacidad económica.
El
29.3 por ciento de la población nacional se ubica en los grados alto y muy alto
de vulnerabilidad, lo cual incluye a municipios con localidades urbanas de
tamaño medio, infraestructura de salud escasa, producción económica precaria y
acceso limitado a medios de comunicación.
El
7.5 por ciento de la población nacional presenta un grado crítico de
vulnerabilidad, pues se concentra en municipios rurales con el porcentaje más
alto de personas mayores de 60 años y una importante población indígena, además
de que dichos municipios cuentan con escasos servicios de salud y presentan
tasas de marginación muy por arriba de la media nacional.
La mayor vulnerabilidad se concentra por ello
en los municipios más marginados del país, en Oaxaca, Guerrero y Chiapas, donde
el acceso a servicios de salud es limitado, en la Huasteca Veracruzana y
Poblana, así como en el sur de Durango, Sierra Tarahumara y en Yucatán.
El índice puede además cruzarse con distintas
variables como la migración para así conocer el grado de vulnerabilidad de los
municipios con la mayor probabilidad de migración de retorno, lo que implicaría
mayor exposición. De esta forma se pueden realizar campañas de prevención de
contagio dirigidas a municipios específicos.
Hasta
la tercera semana de abril de 2020, el número de contagios se presenta en
municipios de marginación media, por tratarse de grandes centros urbanos que
concentran una mayor disponibilidad de servicios de salud y mayor capacidad
económica.
No
obstante, la vulnerabilidad de los municipios donde aún no hay contagios es la
más alta y crítica, lo que podría tener fuertes efectos negativos en las
economías locales. Es en estos municipios en que se debe buscar mayor
prevención de contagios, pues además de la precariedad económica, los servicios
de salud están en gran medida ausentes.
En
ese sentido, es imperativo aumentar y mantener las medidas de prevención del
contagio en municipios con vulnerabilidad muy alta y crítica, aunque no
presenten casos, dado que los efectos en estos municipios serán más graves
Por
último, se sugiere plantear la elaboración de planes de protección económica
para los municipios más vulnerables, que les permita resistir la contingencia y
recuperarse posteriormente.
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