El periodismo cultural ya no tiene espacio en
los medios de comunicación, ya no digamos en los electrónicos —donde casi es inexistente— sino de los
impresos, pues es la sección a la que menos dinero aportan los empresarios a
los que no les importa la comunicación sino el dinero que pueda traer a ellos
la información, afirmó el periodista Víctor Roura.
Ello como parte de las exposiciones que se
realizaron en la pasada edición 14 de la Feria Internacional del Libro (FIL) en
el Zócalo de la Ciudad de México, en donde el periodista sostuvo que la mayoría
de los dueños de los medios son iletrados y creen que la gente es como ellos.
Consideró que las tecnologías electrónicas
han disminuido la expresión al mínimo, porque existen redes sociales en las que
se debe escribir en menos de 120 caracteres. Y para algunos empresarios, esta
es la comunicación idónea y han reducido la prensa escrita a lo mínimo.
Quien fuera colaborador cultural de
periódicos como La Jornada, El Financiero y ahora De largo aliento, la publicación mensual
que dirige en su octavo número, apuntó que esta visión impera en la prensa
cultural escrita.
Al preguntársele cómo es la relación de las
instituciones promotoras y productoras de la oferta cultural y la prensa?,
respondió que todo mudo habla de actividad cultural pero en realidad pocos
hacen por ella. Muestra de ello es que se destinaron cientos de millones de
pesos para el rubro de cultura en Michoacán, lo que no va a cambiar la
situación de violencia que se vive en el estado.
Ya que las políticas culturales son de
corto plazo, dependiendo del tiempo que dure el funcionario en el cargo, aunado
a la corrupción que existe en el país, incluyendo en el ámbito cultural.
Indicó que no se trata de un problema de
presupuesto, sino de que muchos de quienes dirigen la cultura en nuestro país,
no saben qué es la cultura y pueden confundirlo con la diversión. Mientras que
definió a la cultura como aquello que nos enriquece por dentro y nos amplía nuestra
capacidad de reflexión, a los espectáculos los calificó como diversión y
negocios.
Respecto al negocio del libro, un
instrumento típico para la transmisión de la cultura, Roura aseveró que ahora
las editoriales piden a los escritores que cada título dejé ganancias, lo que a
veces es imposible, pero esto ha provocado que los autores apuesten por títulos
que aseguren ciertas ventas.
Acerca de cómo sobrevive De largo aliento ante este panorama, dijo
que los colaboradores de la publicación que dirige están padeciendo, haciendo
todo lo que se pueda, yendo de aquí para allá, “buscando fundaciones para
sobrevivir en este mundo tan inhóspito para este tipo de periodismo”.
No obstante, afirmó, sigue existiendo público
interesado en la cultura, a la que hay que hay muchas opciones que les permiten
reflexionar y ser ellos mismos. “El problema es que estamos cada vez más ante
un mundo desilustrado, que a lo único a lo que nos va a llevar es a otro
periodo de la Edad Media: inservible, inutilizada y sin reflexión, y a ese
camino vamos paradójicamente gracias a la invención tecnológica, eso me parece
gravísimo”, concluyó.
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