La
presencia de los parásitos zoonóticos Cryptosporidium spp y Toxocara cannis en caninos de compañía ha sido detectada en
distintas demarcaciones de la Ciudad de México, sin que existan datos precisos
sobre perros domiciliados parasitados, lo que constituye un riesgo relevante de
salud pública, advirtió Ignacio Martínez Barbabosa, investigador del
Departamento de Atención a la Salud de la Universidad Autónoma Metropolitana
(UAM).
El
especialista de la Unidad Xochimilco sostuvo que la cryptosporidiosis –causada
por el parásito– era poco conocida antes de 1976, cuando se reportaron los
primeros casos en personas con inmunocompromiso.
Sin
embargo, con la aparición del Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA) se
demostró que se comporta como un parásito oportunista causante de diarrea en
inmunocomprometidos, niños de seis a 24 meses de edad y adultos
inmunocompetentes.
Aunque
son enfermedades que se dan con más frecuencia en países del llamado Tercer
Mundo en los que se carece de servicios sanitarios básicos –agua potable y
drenaje– ha quedado demostrado que es una de las infecciones entéricas más
frecuentes en humanos y animales, así como un problema de salud pública
mundial.
Martínez
Barbabosa explicó que el principal mecanismo de infección es la presencia de
ooquistes esporulados en agua y alimentos contaminados con materia fecal de
animales o humanos parasitados conCryptosporidium spp.
Cuando el perro husmea en jardines buscando defecar puede resultar infectado
por heces de otros caninos o por él mismo al asearse la región anal.
En
la especie, la infección por estos parásitos se observa con mayor frecuencia en
individuos jóvenes y cursa en forma asintomática, en general, pero cuando las
secuelas aparecen las más frecuentes son fiebre y diarrea acuosa acompañada de
moco de olor fétido, dolor abdominal, falta de apetito y pérdida de peso, entre
otras.
En
los seres humanos, el Cryptosporidium produce
un síndrome diarreico de intensidad y duración variables. En personas
inmunocompetentes presenta cuadros de diarrea acuosa y voluminosa con moco. En
personas inmunocomprometidas, en especial con SIDA, la diarrea tiende a ser
severa y persistente, acompañada de fiebre, náusea, vómito, ataque al estado
general e importante pérdida de peso con alto grado de morbilidad y mortalidad.
Otro
grupo humano en riesgo de adquirir la infección lo constituyen personas
desnutridas, sobre todo niños menores de dos años de edad; en casos graves
produce desequilibrio hidroelectrolítico severo que puede conducir a la muerte
del paciente.
En
menores de edad hospitalizados es la cuarta o quinta causa de diarrea aguda e
incluso ocupa el primer lugar como agente etiológico parasitario en pacientes
con SIDA. En países en desarrollo es causa significativa de desnutrición y
muerte infantil.
Gran
cantidad de brotes reportados ha sido producida por frutas y vegetales lavados
con agua contaminada; además, los parásitos sobreviven a la cloración, la
yodación, así como a la refrigeración o el calentamiento pues requieren
temperaturas por arriba de los 72 grados centígrados durante un minuto para su
inactivación.
El
doctor Martínez Barbabosa mencionó que la presencia de geohelmintos constituye
otro problema relevante de salud. Las larvas de Toxocara canis, explicó, afectan diversos órganos, tanto en
perros como en humanos.
La
forma de infección es el huevo larvado, que al ser ingerido eclosiona y libera
la larva que puede migrar y producir granulomas en diferentes órganos y tejidos
cuyo grado de afectación estaría en proporción directa con el número de huevos
larvados infectantes ingerido.
Los
niños menores de edad son los más dañados; los principales factores de riesgo
son la geofagia –causada por comer tierra– y el contacto estrecho con
perros.
La
forma más grave de esta enfermedad es la larva migrante ocular, ya que una sola
puede causar ceguera unilateral o afectar el cerebro y provocar la muerte,
precisó el investigador.
Entre
mayo y julio de 2013 se realizó un muestreo exploratorio descriptivo para la
búsqueda de ooquistes deCryptosporidium spp
y otros parásitos en perros domiciliados de la Ciudad de México.
Ese
trabajo incluyó el análisis de 183 muestras de materia fecal obtenida de perros
aparentemente sanos y bien cuidados –113 machos y 70 hembras con edades de tres
meses a 12 años– colectadas en 12 delegaciones del Distrito Federal: Álvaro
Obregón, Benito Juárez, Coyoacán, Cuajimalpa, Cuauhtémoc, Iztacalco,
Iztapalapa, Magdalena Contreras, Hidalgo, Tláhuac, Tlalpan, Xochimilco.
De
acuerdo con los resultados obtenidos, la frecuencia de perros infectados con
enteroparásitos y sus porcentajes de infección por Cryptosporidium spp; T. canis y Ancylostomideos fue de 21
(11.5 por ciento), 11 (6 por ciento), y 7(3.8 por ciento), respectivamente.
El
nivel de infección de Cryptosporidium spp
resultó estadísticamente significativo en perros de razas de pelo largo: pastor
alemán, golden, cocker y en criollos.
De
esta manera se comprobó la presencia de Cryptosporidium y otros parásitos zoonóticos intestinales
en perros domiciliados de la Ciudad de México. Los resultados sugieren que los
perros de las delegaciones Iztacalco y Tlalpan representaron mayor riesgo para
transmitir las formas infectantes de Cryptosporidium, T.
canis y Ancylostomideos a sus dueños.
Martínez
Barbabosa consideró que los niveles de infección de enteroparásitos obtenidos
en los perros estudiados no deben subestimarse; a pesar del reducido número de
las muestras que comprendió el estudio es importante desde el punto de vista
epidemiológico, puesto que se trata de animales domésticos asintomáticos pero
parasitados que eliminan de manera constante al medio ambiente ooquistes y
huevos de parásitos capaces de infectar a otros animales y personas.
Al
respecto señaló que otros estudios han detectado en el pelo de perros
domiciliados la presencia de huevos deToxocara
canis en diferente estadio de evolución y potencialmente
infectantes para las personas mediante contacto directo. La manipulación del
pelo de estos perros sin la precaución higiénica adecuada facilita la
transmisión de estas enfermedades.
Para
la prevención de los padecimientos zoonóticos transmitidos por el perro es
indispensable la participación directa de los dueños, con acciones tales como
la desparasitación semestral, el control adecuado de excretas y la
esterilización programada; esta última con el fin de contribuir a la
disminución de la población canina callejera.
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