En los
últimos años, el incremento de la migración de personas en el mundo ha sido
exponencial; de los 175 millones de individuos que en el año 2000 vivían fuera
de su país de origen, hoy padecen esa situación unos 280 millones, cifra que
incluye a 60 millones de refugiados solicitantes de asilo o desplazados
internos por conflictos locales.
Esto fue informado por Martín Íñiguez
Ramos, académico de la Facutad de Ciencias Políticas y Sociales de la
Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), quien planteó que al menos
cuatro por ciento de la población mundial se encuentra en esa condición –la
mitad de ellos mujeres–, debido al deterioro de las condiciones
socioeconómicas, conflictos armados, degradación del medio ambiente o al
incremento de la trata de personas, entre otros aspectos.
El universitario indicó que “si
reuniéramos a todos los migrantes en un sólo país, sería el quinto más poblado
del planeta”. También, lamentó que desafortunadamente, la mitad de los
refugiados son niños que han tenido que desplazarse de manera obligada de su
lugar de origen (Siria, Irak y Nigeria, entre otros países).
Hoy, frente a las crisis económicas las
naciones más desarrolladas empiezan a cerrarse a los flujos migratorios y
regresan a políticas nativistas y locales; esa situación empuja a que quienes
buscan mejorar su nivel de vida migren por lugares de mayor peligro.
Por ejemplo, quienes atraviesan por
territorio mexicano para llegar a Estados Unidos, en particular los
centroamericanos, optan por vías de gran riesgo. Luego de cruzar la frontera
continúan por zonas peligrosas como Arizona, lo cual no sólo implica viajar por
el desierto, sino enfrentar a grupos extremistas y xenofóbicos estadounidenses
como los minuteman, así como a las propias autoridades migratorias, señaló.
También se refirió a los migrantes y
refugiados que murieron en el Mediterráneo, cuando intentaban viajar del norte
de África hacia Europa en embarcaciones precarias. “Estamos ante una enorme
tragedia global”.
Adelantó que el siglo XXI será la
centuria de las migraciones e irremediablemente diversos países tendrán que
redistribuir a esa población.
Por otra parte, consideró que los
migrantes tienen un impacto positivo en las economías a las que se integran,
“porque no les pagan seguridad social ni tienen acceso al bienestar que brinda
el Estado a los trabajadores; por lo tanto, pueden ser explotados y generar
mayores recursos para los empleadores y las propias economías desarrolladas”.
Finalmente, aclaró que no todos los
habitantes de Estados Unidos son racistas. En términos generales, ese país cada
año recibe al mayor número de desplazados y es el que mayor número de
naturalizaciones otorga. “Tampoco es cierto que los mexicanos sean los peor
tratados por los estadounidenses, ése es un mito”.
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