Los problemas globales, desde el
cambio climático hasta la pobreza, demandan cada vez más respuestas
colaborativas y transculturales. Por esta razón, los jóvenes emprendedores de Chile
y Kenia respectivamente, Nicolas Orellana y Yaseen Noorani desarrollaron una
tecnología capaz de combatir problemas en común como es el uso de energía
renovable en las ciudades.
Al coincidir en sus estudios de maestría de innovación
internacional en la Universidad de Lancaster, Inglaterra, se propusieron
aprovechar el viento urbano usando una nueva e ingeniosa turbina.
Analizaron que mientras más altas son las construcciones
en las ciudades, más viento hay. En la búsqueda de recursos renovables de
generación eléctrica, este recurso abundante no se explota principalmente
porque los aerogeneradores tradicionales sólo capturan viento que viaja en una
sola dirección; esto los vuelve muy ineficientes en ciudades.
Cuando el viento sopla en las ciudades, se queda atrapado
entre edificios, es arrastrado hacia las calles y empujado hacia el cielo; esto
catapulta el viento al caos, tornando
inútil a un aerogenerador
convencional. Con una figura geométrica sencilla, el aerogenerdor O-Wild
Turbine está diseñado para utilizar este recurso sin explotar, generando energía
hasta en el día con más viento.
Nicolas Orellana se interesó por primera vez en el reto
que representa el viento multidireccional después de estudiar el rover de la NASA Tumbleweed. Con casi
dos metros de diámetro, esta pelota inflable fue diseñada para rodar y rebotar
de manera autónoma, como una planta rodadora, sobre la superficie de Marte con
el objetivo de medir condiciones atmosféricas y su ubicación geográfica.
Igual que un aerogenerador convencional, la pelota se
cargaba usando viento unidireccional, lo que afectaba gravemente la movilidad
del rover cuando se encontraba con
obstáculos que muchas veces desviaban el curso del explorador. Esto terminó por
provocar el fracaso del proyecto.
Cuando Nicolas exploró las limitaciones del
Tumbleweed, la tecnología de un
aerogenerador tridimensional nació. Nicolas y su compañero estudiante Yaseen
Noorani pronto identificaron cómo es que las ciudades pueden usar esta
tecnología y aprovechar la energía para generar electricidad.
Por ello, O-Wind Turbine en sí es una
esfera de 25cm con orificios geométricos; descansa sobre un eje fijo y gira cuando el viento la
encuentra desde cualquier dirección. Cuando la energía eólica gira el
dispositivo, unos engranajes mueven un generador que convierte la energía
eólica en electricidad.
Este se puede usar como una fuente directa de energía o
puede alimentar a la red eléctrica.
Nicolas y Yaseen buscan que los O-Wind Turbine se instalen en
estructuras grandes, como en paredes edificios o balcones; lugares en los que
el viento alcanza su mayor velocidad.
Al respecto, Nicolas Orellana dijo que “esperamos que el
O-Wind Turbine mejore el aprovechamiento y la asequibilidad de turbinas para la
gente al rededor del mundo. Las ciudades son ventosas, pero actualmente no
estamos aprovechando este recurso. Creemos que si facilitamos la generación de
energía verde, la gente se verá motivada a desempeñar un papel más
importante en la conservación de nuestro
planeta.
Hasta hace poco, las ciudades en el Reino Unido como
Londres y Leeds han sido históricamente de arquitectura de altura baja; sin
embargo, el aumento de corrientes de aire debido a los rascacielos construidos
es un problema creciente.
En el 2015, el edificio ‘Walkie Talkie’ en la calle
Fenchurch número 20 fue acusado de crear un túnel de viento que sacaba volando
de la banqueta a los transeúntes. Tomando en cuenta el impacto del viento en
las ciudades, Londres ha creado un marco
normativo para regular el efecto del viento causado por edificios altos.
De acuerdo a la ONU, más de la mitad de la población
mundial vive en ciudades, un número que crece conforme más y más países
urbanizan zonas rurales y densifican sus poblaciones. Chicago, lugar en donde
se construyó el primer rascacielos, es popularmente conocida como ‘la ciudad de
los vientos’. Wellington, en Nueva Zelanda, es la ciudad con más viento en el
mundo, y Punta Arena, en Chile.
Al ser el proyecto ganador del premio internacional
“James Dyson”, dijo, que le da validación a este concepto. Este galardón consta
de un premio de 30,000 euros para el estudiante.
Cualquier estudiante de nivel universitario o en los
primeros 4 años de haberse graduado que estudie o estudió diseño de productos,
diseño industrial o ingeniería, con estudios en Australia, Austria, Bélgica,
Canadá China, Francia, Alemania, Hong Kong, India, Italia, Irlanda, Japón,
Malasia, México, los Países Bajos, Nueva Zelanda, las Filipinas, Rusia, Singapur, España, Corea del Sur,
Suiza, Suecia, Taiwán, los EA, el Reino Unido y EUA, puede participar.
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