De hecho, de los mil 415 patógenos humanos que se conocen, más del 60%
son zoonóticos; es decir, son trasmitidos por animales, siendo las enfermedades
parasitarias las más preocupantes porque afectan principalmente a niños y
adultos mayores, además de que están presentes tanto en poblaciones urbanas
como rurales.
Durante el XXXVII Congreso Nacional de la Asociación Mexicana de Médicos
Veterinarios Especialistas en Pequeñas Especies (AMMVEPE), Felipe Bedoya López,
Gerente Técnico Nacional del segmento de Animales de Compañía de Boehringer
Ingelheim Animal Health México, comentó que la falta de higiene, el inadecuado
manejo de las heces fecales, la convivencia con animales infectados, el
ambiente donde habita y la ausencia de un control veterinario, son los
principales factores que hacen que una mascota sea propensa a adquirir
parásitos externos e internos.
Comentó que entre los parásitos externos más comunes se encuentran las
pulgas y garrapatas, de las cuales en el mundo existen alrededor de 870
especies y más de 2 mil, respectivamente, mismas que se adquieren fácilmente en
jardines, parques o lugares públicos, aferrándose a la piel del perro para finalmente
alimentarse de su sangre.
“Aunque estos incómodos huéspedes están presentes todo el año, la
primavera y el verano son las épocas donde más proliferan debido al calor y la
humedad. Además de molestar y generar reacciones alérgicas cutáneas debido a sus
mordeduras y picaduras, estos son portadores de microorganismos potencialmente
mortales como: Erlichia, Anaplasma, Lyme o Dipylidium, algunos de los cuales pueden infectar a cualquier miembro de la familia
accidentalmente utilizando los mismos mecanismos, lo que podría generar enfermedades sumamente delicadas y cuyo
tratamiento implica grandes costos económicos”, expuso.
Además, dijo que cuando ocurre una infestación por estos ectoparásitos,
lo primero que hacen los propietarios es solucionar el problema con
tratamientos repelentes que, sin bien eliminan, no previenen de un segundo
brote, desafortunadamente no cumplen con la función de prevenir, dejando a un
lado la importancia de controlar los parásitos internos.
Por ello, para cuidar la relación hombre-animal y evitar la trasmisión
de zoonosis, es esencial adoptar un programa de desparasitación que se adapte a
las características de la mascota, pues el tratamiento variará según la edad,
el estilo de vida y zona geográfica donde habite.
Para los veterinarios es esencial contar con un tratamiento que, además
de ayudar en el control de parásitos externos, también haga lo propio con los
internos; incluso, esto es quizá el punto más importante, pues en los humanos
las infecciones por helmintos trasmitidos por el suelo son una zoonosis de gran
importancia. En el mundo se estima que existen 1,500 millones de personas infectadas;
esto es, casi 24% de la población mundial, de las cuales más de 700 millones
son niños.
Destacó que, debido al cambio climático y a la globalización, la Dirofilariosis
canina se ha extendido desde climas cálidos a zonas más frías por la presencia
de nuevas especies como el mosquito tigre o el crecimiento de las ciudades donde
la temperatura media es más elevada, favoreciendo su proliferación en jardines
y parques urbanos. “En sus fases iniciales este padecimiento pasa desapercibido,
y es en su etapa avanzada cuando produce síntomas como tos persistente,
cansancio o jadeo que empeoran poco a poco”, dijo.
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