Como parte de
la investigación científica algunos experimentos se realizan en seres vivos,
especialmente en animales, este es un aspecto que le preocupaba al investigador
mexicano León Olivé y al que dedicó algunas páginas de su libro El bien, el mal y la razón, dijo Alfredo
Marcos Martínez, profesor de Filosofía de la Ciencia en la Universidad de
Valladolid, España.
El catedrático europeo indicó que
para abordar la cuestión animalista Olivé plantea la pregunta: ¿cualquier tipo
de investigación en animales es aceptable?, y además para desarrollar sus
argumentos también presenta dos posiciones y cómo dirimir la controversia entre
ellas.
“Una de las posiciones es que
algunos creen que ninguna investigación con animales es aceptable, por otro
lado están los que defienden la investigación de este tipo y que apelan a una
serie de jerarquía de valores, por ejemplo utilizar la vida de los animales
para alargar la vida de las personas”.
La respuesta que León sugiere,
continuó el doctor en Filosofía por la Universidad de Barcelona es que: entre
una concepción absolutista de la razón, la cual plantea que solo los humanos
somos racionales y por lo tanto elimina a los animales del discurso moral, y un
relativismo extremo, que diría que tanto vale lo uno como lo otro, está el
pluralismo.
“A qué se refiere con el
pluralismo, pues a que las normas morales dependen de acuerdos básicos entre
las personas, y dentro de estos debe dotarse de contenido al concepto de
dignidad, en vista de que, como dice Olivé: por ahora no se ha llegado a un
consenso sobre estas dos premisas; uno la vida de los animales es valiosa, y
dos, es igual de valiosa que la vida humana”.
Hay quien acepta la premisa uno,
otros la premisa dos, está quien no acepta ninguna y quien acepta las dos. Así
que para Olivé, quien era miembro de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC),
mientras llega tal acuerdo si no se prohíbe tal vez sea posible reglamentar la
experimentación animal. Y en una parte del texto El bien, el mal y la razón, sugiere que para realizar la experimentación
con animales se tome en cuenta que la investigación tenga valor social, validez
científica, que se realice solo cuando sea inviable hacerlo de otra manera,
entre otros aspectos, mencionó Marcos Martínez.
Agregó que desde su punto de
vista podrían tomarse en cuenta otros principios, como los de las “tres erres”
de la experimentación animal, que buscan que se reduzcan el número de animales
para obtener información suficiente para responder a la pregunta planteada; que
se refine la experimentación a manera de que haya menor sufrimiento; y
finalmente se reemplace en la medida de lo posible a los animales vivos por
experimentación en tejidos o con modelos computacionales.
Hasta este punto coincido con
León Olivé, en lo que discrepo, afirmó Alfredo Marcos es en los principios de
fundamentación, él apela a un pluralismo epistemológico (desde la teoría del
conocimiento) y axiológico (desde la teoría de los valores), mientras que yo a
uno ontológico (rama de la filosofía que estudia al ser en general). Quizá esto
se entienda mejor partiendo del texto de Immanuel Kant Fundamentación de la metafísica de las costumbres en donde el
filósofo dice: si son seres irracionales tienen un valor meramente relativo
como medios, por eso se llaman cosas, en cambio los seres racionales llámanse
personas, fines en sí y no puede ser usado ninguno de ellos como medio, todo
tiene un precio, una dignidad.
“Cuando ponemos en juego la
cuestión de los animales nos damos cuenta que la ontología que despliega Kant
en estas líneas es pobre, porque divide las entidades en personas y cosas. Para
el caso de los animales y de las plantas, que no son personas ni cosas, pero sí
seres vivos, necesitamos una ontología más amplia, al igual que para ciertas
cosas que en efecto son cosas, pero muy especiales, tal es el caso de obras de
arte, de ingeniería y tecnología o de instituciones académicas”.
Apelo aquí a una cita de
Aristóteles en la que dice: “El ser se dice de muchas maneras”, esta ontología
tan plural quizá nos resulte útil para desarrollar una ética animalista que nos
ayude a no equivocarnos al tratar de establecer jerarquías de valores, como
animales más valiosos que otros o a la hora de juzgar si es un mal menor el
utilizar animales en beneficio de la salud humana. Es así que la base que
fundamenta nuestras apreciaciones morales y éticas debe ser suficientemente
amplia para destinar un buen compartimento a las plantas y a los animales,
destacó el filósofo español.
De esta manera partiendo de lo
que él llamó una ontología pluralista, el investigador planteó cuatro
principios para una ética animalista. El primero es el principio de totalidad,
en el que todos los seres son valiosos, junto con este es necesario un
principio de gradualidad en el que todos son valiosos, pero no igualmente
valiosos por lo que es necesario graduarlos en función de sus características.
“Aunque también debemos tener en
cuenta qué consideraciones vamos a utilizar para decidir con qué animales hacer
experimentación científica, porque esto podría llevarnos a partir de
características como la posesión de sistema nervioso central, aunque hay que
tener cuidado con esto porque algunos animales, entre ellos los cefalópodos,
tienen un sistema nervioso sencillo, pero son capaces de desarrollar un
conjunto de comportamientos complejos”.
El autor de más de una decena de
libros y más de cincuenta artículos publicados
en revistas nacionales e internacionales, dijo que se debe pensar en
incluir en este enfoque pluralista a las plantas que a diferencia de los
animales no tienen sistema nervioso y no son una entidad tan definida.
El tercer criterio es el de
individualidad y comunidad, lo importante son los individuos y las comunidades
de las que forman parte porque son entidades completas integradas en tiempo y
espacio. Y por último el criterio de secuenciación, “cuando se trata de los
animales no deberíamos empezar por sus derechos, sino por el reconocimiento de
su valor, lo cual genera inmediatamente deberes para nosotros; si yo reconozco
el valor de algo contraigo el deber de protegerlo, entonces la secuencia es
esa: reconozcamos el valor de los animales, asumamos los deberes que tenemos
con ellos y reclamemos los derechos necesarios que nos permitan cumplir con
esos deberes”.
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