La humanidad está en un momento de inflexión por la pandemia del
coronavirus (COVID-19) que en un contexto de globalización “nos lleva hacia una
nueva forma de vigilancia y mayor control, no sólo de los gobiernos, sino de
los gigantes del capitalismo digital”, aseguraron los doctores Néstor García
Canclini y Gustavo Lins Ribeiro, investigadores de la Universidad Autónoma
Metropolitana (UAM), en la Ciudad de México (CDMX).
La
enfermedad que amenaza a todos los países tiene un “drama propio y hay que
hacerla interactuar con la globalización, pero sin perder de vista que son
lógicas distintas” y la relación entre ambas dice mucho sobre la visión
contemporánea respecto de cómo los procesos se cruzan y contradicen, expuso el
antropólogo García Canclini.
En
primer término, “el COVID-19 y los miedos que nos genera, y que en buena medida
estaban silenciados o a los cuales casi nos estábamos acostumbrando con esta
destrucción de la vida política en México” y el resto del planeta, además de
las formas distintas de regresión de la población al decidir, controlar y velar
como ciudadanos para, en cambio, ser vigilados, lo que “nos ha traído a un
momento de explosión acumulada”, presentada a través de los cuatro gestores del
capitalismo electrónico: Google, Apple, Facebook y Amazon.
El
profesor de la UAM sostuvo que los nuevos modos de hacer y pensar la política
están diversificados y permiten revalorar el papel de los individuos sobre los
partidos, lo cual obliga a mirar más la cultura cotidiana sobre cómo se
informan, entretienen y configuran “horizontes de acción que no sean
verosímiles”.
Esta
complejidad registrada desde la caída del Muro de Berlín, el Brexit bitánico,
el retiro de Estados Unidos del Pacto Ecológico de la Organización Mundial de
la Salud y la disolución del Mercosur en América Latina ha llevado a pasar de
una primera etapa celebratoria de la globalización a otra que “percibimos de
interculturalidad sin relatos” de alcance internacional, es decir, peligros
acumulados que estaban gestándose desde antes de la pandemia.
Ahora
no sólo “estamos viviendo un cambio tecnológico al sustituir la presencia por
la comunicación a distancia, la obsolescencia veloz de los mensajes escritos y
visuales, y “relegando la historia personal y colectiva”, pues en lugar de
tener instituciones existen cada vez más aplicaciones, que con la pandemia han
cobrado un papel protagónico.
Sin
embargo, son necesarios organismos “con camas, respiradores y muchos gobiernos
que se hagan cargo de la situación que se vive” en todos los países, sostuvo el
docente del Departamento de Antropología de la Unidad Iztapalapa de la UAM.
La
complicación de la nueva interacción entre instancias y aplicaciones “me parece
de lo más significativa, pero hay una tendencia general a transitar por la
sociedad civil que tanto habíamos idealizado desde la década de 1990: hacia una
de control, en la que los ciudadanos somos reemplazados por algoritmos –no
como sustitución definitiva– ya que muchas
funciones han sido trasladadas a otra escena” del orbe.
Esta
situación agrega miedos distintos, “algunos que ya teníamos hacia los cuatro
grandes gestores del capitalismo electrónico que nos sustraen información, pero
que en este momento de encierro por la pandemia hacemos a un lado para utilizar
los medios de comunicación con el fin de poder estar en contacto con los
demás”.
No
obstante, “como usuarios empoderamos a esos gigantes al proporcionar nuestros
datos para que los revendan y controlen”, sentenció el doctor García Canclini.
El
doctor Gustavo Lins Ribeiro, profesor del Departamento de Estudios Culturales
de la Unidad Lerma de la UAM, en el Estado de México (Edomex), definió como
“economía de la carnada” el poder de las corporaciones líderes del sector
informativo en Internet sobre la producción y la reproducción de la hegemonía per
se.
Ese
concepto tiene que ver con el capital privado y su relación “muy íntima” con
los Estados, pero sobre todo con el dominio de la tecnología de la comunicación
en China, aunque al menos existen dos núcleos en todo el universo que han
desarrollado un mega poder de vigilancia: uno a partir de los desarrollados por
consorcios privados en manos de estadounidenses y chinos.
Como
ejemplo, el académico dijo que para la realización del Conversatorio –dada
la cuarentena–
se utilizó Zoom, acusada de ser en realidad una plataforma de espionaje de los
datos de los ciudadanos, por lo que “usamos aquí la economía de carnada porque
parece que ahora es imposible hacer cualquier cosa que no sea a través de este
medio”.
En
realidad “es un cosmos muy complejo que está teniendo impacto sobre la política
en varios aspectos y no sólo en la Cambridge Analytica, que ha manipulado la
información que tenía Gran Bretaña, interfiriendo en las elecciones de Estados
Unidos”, además de que “se está regalando mucha de nuestra vida personal y
habrá cambios en la relación pública-privada”, con una repercusión en la
población difícil de imaginar en las próximas décadas.
La
pandemia del COVID-19 abrió una etapa para hablar de todos los dramas, “pero mi
generación será la última que se va a acordar de un mundo sin Internet, con
relaciones interfamiliares, la escuela y el entretenimiento”, contrario a lo
que ahora se vive y se traduce como un paquete de grandes transformaciones
civilizatorias.
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