miércoles, 23 de julio de 2014

La fragmentación de selvas interrumpe el movimiento de animales y dispersión de semillas

La fragmentación de las selvas compromete su regeneración, el movimiento de animales y la dispersión de semillas. En los remanentes, los árboles mantienen sus funciones fisiológicas, pero no las reproductivas, lo que condena a esos espacios aislados a contraerse y desaparecer, alertó Julieta Benítez Malvido, académica del Centro de Investigaciones en Ecosistemas (CIEco) campus Morelia de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Dijo que este fenómeno que ha estudiado en la Reserva de la Biósfera de Montes Azules (parte de la Selva Lacandona), por ejemplo, la fauna y la vegetación nativa presentan un buen estado de conservación y sirven de parámetro testigo para compararlas con los ejidos vecinos, donde la deforestación e introducción de ganado han interrumpido el movimiento de especies animales y la dispersión de semillas de árboles de la selva continua (no fragmentada).

En tanto, en el paisaje fragmentado de la Selva Lacandona, en Chiapas, persisten algunas poblaciones de monos araña y aulladores, que habitan en árboles de gran talla y dispersan las semillas de los frutos que consumen hacia áreas distantes.
Al referirse a la restauración ecológica, indicó que su objetivo es, con la intervención humana, iniciar o acelerar la recuperación de un ecosistema que ha sido perturbado. Bastan pocos años para destruir uno complejo como la selva, pero restaurarlo puede llevar décadas. Si se toma en cuenta que lo ideal para lograrlo es volver al estado original del entorno, se necesitarían más de 200 años para su recuperación si no se interviene con dicho proceso, dijo.
Para impulsar algo más factible, los especialistas proponen la restauración funcional y estructural, en la cual el sistema lleva a cabo los procesos regenerativos naturales. “No se recupera todo el ecosistema original, con su biodiversidad completa, pero puede ser autosustentable e incorporar especies nativas de flora y fauna que logren reproducirse en el área recobrada”, añadió.
Requiere de actividades básicas como la presencia de polinizadores y dispersores de semillas, las asociaciones simbióticas o mutualistas en el suelo, así como de algunas bacterias fijadoras de nitrógeno. “Con esos elementos podemos hablar de una restauración que ocurra en un par de décadas, no en siglos”, apuntó.

En comunicado de prensa, la investigadora informó que “la actividad humana interrumpe la continuidad del ecosistema. Por acciones como la introducción de ganado, en un bosque tropical extenso y biodiverso se deforestan y degradan grandes áreas para poner pastos. En vez de ser una vegetación continua, el paisaje original queda fragmentado, y si no se toman medidas, a la larga los remanentes tienden a contraerse y colapsar”.

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