Un nuevo estudio
sugiere que la mala calidad del aire es un factor de riesgo para la
osteoporosis y las fracturas óseas. Se trata del artículo
científico Association of air
particulate pollution with bone loss over time and bone fracture risk: analysis
of data from two independent studies, publicado recientemente en la
revista The Lancet Planetary
Health.
Dicho estudio fue realizado por
investigadores de la Universidad de Harvard, la Universidad de Boston, New
England Research Institute, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y
el Instituto Nacional de Cancerología de México.
Diddier Prada Ortega, investigador en
ciencias médicas adscrito al Instituto Nacional de Cancerología (Incan) y a la
Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM),
explicó que este estudio en el cual han trabajado más de cinco años tenía como
objetivo ver qué impacto tenía la contaminación en la salud ósea.
Dijo que “desde hace varios años se
sabe que la exposición a contaminación del aire tiene un efecto sobre la salud
humana y se ha asociado principalmente con enfermedades cardiovasculares y
respiratorias, con el deterioro cognitivo y con el cáncer de pulmón.
En esta investigación llevamos a cabo
un doble estudio para determinar el efecto de la exposición a material
particulado, es decir, la contaminación del aire sobre la densidad mineral
ósea, algunos reguladores del metabolismo del calcio y el riesgo de fracturas
en ancianos”.
Lo que encontró este grupo
multidisciplinario de 15 científicos fue que en un grupo de 692 personas, con
edades entre los 30 y los 79 años, aquellas que vivían en áreas con mayores
niveles de carbono negro —componente derivado de la combustión de combustibles
fósiles— en el aire, mostraron menores niveles de hormona paratiroidea, un
regulador fundamental en el metabolismo del calcio. Además, estas mismas personas
mostraron una mayor reducción en la densidad mineral ósea, la cual se usa para
la determinación de osteoporosis.
“Al evaluar el efecto sobre la
presencia de fracturas asociadas a osteoporosis (vértebras, fémur y antebrazo)
en una población de 9.2 millones de personas, encontramos también un riesgo
aumentado de ser hospitalizado por fracturas. Esto quiere decir que la
exposición a estas partículas en el aire tiene alterado tanto en el metabolismo
del calcio, el cual es fundamental para tener huesos fuertes, como en la
cantidad de hueso, y que su pérdida aumenta la posibilidad de fracturas”.
De acuerdo con el científico mexicano,
quien es miembro nivel I del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) del
Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), los resultados sugieren que
son las partículas más pequeñas suspendidas en el aire, llamadas PM2.5 (porque
tienen un diámetro menor a 2.5 micras), entre las cuales se encuentra el
carbono negro.
Este contaminante que tanto afecta la
salud ósea es el humo negro que sale de los vehículos —principalmente de los
que usan diesel—, o el que sale de las estufas de leña, o el que se genera en
los incendios forestales y el que sale de las chimeneas industriales.
Este contaminante se encuentra presente
en el aire de las grandes ciudades, aunque la concentración puede variar
dependiendo de la urbe, tanto por las fuentes de emisión como por la ubicación
geográfica.
“En ciudades como la de México se
encuentra en niveles por encima de aquellas observadas en nuestro estudio, el
cual evaluó casi toda la costa este de los Estados Unidos. Mientras que allá el
promedio anual observado en nuestro estudio fue de 10.18 microgramos por cada
metro cúbico (µg/m3) para las PM2.5, para la Ciudad de
México, el promedio de 24 horas fue de 45 µg/m3 y el promedio
anual fue de 12 µg/m3 en el año 2015”.
Debido a que es difícil cuidarse de la
contaminación del aire, ya que se necesitarían filtros en todas partes, en el
trabajo, las casas, las escuelas, e incluso que cada persona portara de manera
individual un filtro, es necesario propiciar acciones para reducir la
contaminación del aire.
“Nuestros resultados apoyan más bien la
necesidad de continuar disminuyendo la contaminación derivada de la combustión
de combustibles fósiles y de ser más restrictivos en relación con políticas
ambientales, para disminuir toda la morbilidad derivada de dicha exposición,
incluyendo el daño a los huesos”.
Luego de los impactantes resultados de
dicha investigación en la que colaboró Prada Ortega durante sus estudios
posdoctorales que realizó en la Universidad de Harvard con apoyo del Conacyt,
el especialista busca crear un laboratorio de salud ambiental y biomarcadores
que le permita continuar con este trabajo.
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