La flotilla
mundial de aviones comerciales es de alrededor de 25 mil unidades y utilizan
140 billones de litros de turbosina al año, de los cuales, solo 12 millones de
litros no son de origen fósil, es decir, corresponden a bioturbosina, un
biocombustible producido a partir de la biomasa, materia de origen animal o
vegetal susceptible de ser usada energéticamente.
Robert Boyd, gerente de
Medioambiente de la Asociación de Transporte Aéreo Internacional (IATA, por sus
siglas en inglés), informó que la aviación en el mundo contribuye con 2% del
total de emisiones de gases de efecto invernadero (GEIs), que representa unos
689 millones de toneladas de dióxido de carbono (CO2) al año.
Por su parte, Leonardo Beltrán
Rodríguez, subsecretario de Planeación y Transición Energética de la Secretaría
de Energía (Sener) del gobierno mexicano, recordó que en octubre de 2009 la
Organización de Aviación Civil Internacional (OACI), organizó la Reunión de
Alto Nivel sobre Aviación y Cambio Climático, en la que se aprobó un Programa
de Acción para hacer frente a las emisiones de dióxido de carbono.
Entre las acciones que se
incluyeron en dicho programa están el crecimiento neutro de carbono a partir
del año 2020 y la reducción de 50% de las emisiones de CO2 respecto a los
niveles de 2005. Y, con el fin de cumplir con estas metas internacionales se ha
invertido en el clúster bioturbosina, uno de los cinco capítulos que conforman
el Centro Mexicano de Innovación en Bioenergía.
El cambio climático, reconoció el
funcionario, es uno de los principales retos a los que se enfrenta la comunidad
internacional, por lo que la contribución de cada uno de los sectores, en
particular del aeronáutico, para disminuir las emisiones de gases de efecto
invernadero se vuelve cada vez más relevante.
“De ahí que tenemos el compromiso
internacional del sector de la aviación para ser sustentable. La estrategia es
promover el uso de combustibles y tecnologías limpias con una visión de largo
plazo, la cual debe estar acompañada de un marco jurídico que permita en los
próximos años tener dos biorrefinerías con capacidad de 750 millones de litros
anuales de bioturbosina o combustible renovable de aviación”, indicó.
Se espera que la primera de las
biorrefinerías esté lista para 2026, una vez que se haya confirmado la
viabilidad del proceso, se elija la materia orgánica de origen vegetal o animal
a partir de la cual se va a producir la bioturbosina, y que quede claro tanto
la cadena de valor como la mejor vía para llevar este biocombustible al
consumidor, en este caso las aerolíneas del país. La segunda biorrefinería está
prospectada para 2030.
Como beneficio del
establecimiento de las dos biorrefinerías, el subsecretario de Planeación y
Transición Energética de la Sener destacó que permitirá reducir la dependencia
de los combustibles fósiles, integrar a los productores agrícolas en la cadena
de los bioenergéticos, diversificar la matriz energética y reducir las
emisiones de gases de efecto invernadero.
A su vez, Alejandro Ríos Galván,
director del Consorcio de Investigación de Bioenergía Sustentable establecido
en Dubai en 2011, apuntó que a nivel internacional la bioturbosina se utiliza
en miles de vuelos diarios y que en el mundo existen tres refinerías dedicadas
a producir este combustible, una en Los Ángeles y otras dos en Finlandia. De
tal manera que, conforme se establezcan más biorrefinerías en el mundo, se
llegará a un punto en el cual, dependiendo del insumo, la tecnología de
transformación y las políticas públicas establecidas en los distintos países,
el precio bajará.
“Hace 8 años un litro de
bioturbosina tenía un costo de 300 a 400 veces más que un litro de turbosina
fósil; hoy un litro de combustible renovable de aviación cuesta entre 1.5 y 3
veces más que un litro de turbosina convencional”, expuso.
Recordó que el 1 de abril de 2011
se llevó a cabo el primer vuelo con bioturbosina en México, el cual utilizó 27%
de este combustible en el total de su carga. En el mismo año se realizó el
primer vuelo transoceánico comercial con biocombustible, que requirió 25% de
bioturbosina, partió del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México con
destino a Madrid, España.
Respecto a la normatividad
internacional sobre el uso de la bioturbosina, se ha establecido que se debe
adicionar al combustible de origen fósil (turbosina) en porcentajes de mezcla
que van de 20% a 50% dependiendo de la tecnología y la biomasa que se utilicen.
Sin embargo, a futuro se espera que los nuevos motores de las aeronaves puedan
usar los biocombustibles en un 100%, destacó Ríos Galván.
Además, remarcó que la industria
de la aviación ha establecido a nivel mundial que los insumos que se utilicen
para producir bioturbosina deben ser certificados como sustentables, “para lo
cual se están utilizando como modelo los principios que la Mesa Redonda de
Materiales Sustentables ha emitido y que incluyen aspectos ambientales,
sociales y económicos”.
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