Cada año México pierde 155 mil hectáreas de bosques y selvas, en su mayoría debido al cambio en el uso de suelo, al destinarlas a la agricultura y la ganadería o al urbanizarlas, alertó la Comisión Nacional Forestal (Conafor).
Su titular Juan Manuel Torres Rojo señaló en entrevista que reducir a una cifra cero la deforestación de bosques y selvas es uno de los retos pendientes del país, el cual se espera alcanzar paulatinamente en los próximos 10 años, ante su impacto en el cambio climático.
Subrayó que esa actividad contribuye de forma notoria a los efectos del cambio climático, pues se estima que a nivel mundial la deforestación de esas áreas verdes genera cerca de 20 por ciento de las emisiones de gases de efecto invernadero.
Torres Rojo precisó que México ha reducido paulatinamente su tasa de deforestación, pues mientras en la década de los noventa la cifra era de 354 mil hectáreas al año, actualmente es de 155 mil hectáreas.
El responsable de la Conafor detalló que 95 por ciento de esa cifra obedece al cambio indebido del uso de suelo al ser invadido o empleado para fines agrícolas, ganaderos o urbanos, en tanto que el cinco por ciento restante es por incendios, plagas o tala clandestina.
Precisó que 90 por ciento de la deforestación en México ocurre en regiones tropicales de Quintana Roo, Campeche, Chiapas y algunas costeras de los estados de Jalisco, Oaxaca y Veracruz.
A su vez el 10 por ciento restante, abundó, corresponde a las zonas templadas de bosques que incluyen pinos y encinos.
Torres Rojo lamentó que parte de la devastación de bosques y selvas obedezca a que las superficies forestales tienen muy poco valor y comentó que, incluso, “es más costoso en México y el mundo un terreno tropical deforestado que uno con selva”.
Detalló que la Conafor, en conjunto con la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp), aplica programas para evitar la deforestación de esos espacios, detener su avance y recuperarlos.
Una de ellas es la declaración de más espacios como áreas naturales protegidas y diversificar las actividades de producción de quienes habitan esos espacios a fin de no cambiar el uso de suelo de éstos.
Explicó que un ejemplo es la región de Los Tuxtlas, en Veracruz, donde se ha logrado la conservación y restauración de bosques y selvas gracias a otras actividades productivas alternas entre los habitantes que la cuidan.
El funcionario recordó que en esa área se enfrentó un alto índice de deforestación que se revirtió mediante proyectos de agroforestería, manejo forestal sustentable, establecimiento de plantaciones comerciales y captura de carbono, entre otros.
Comentó que pagar a los dueños de espacios naturales por su conservación también ha permitido conservar bosques y selvas.
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