De acuerdo a la Declaración de la Alta Comisionada
de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Navi Pillay, la violencia en
contra de las mujeres continúa como una de las más grandes calamidades de
nuestro tiempo, y resulta escandaloso que aún hoy en día, para muchas mujeres y
niñas, la violencia se encuentre al acecho alrededor de las esquinas, en los
lugares de trabajo o en sus propias casas. Y muy frecuentemente, la justicia
está ausente, lamentó.
Recordó que en Busia, Kenia, en junio de este año,
una joven de 16 años de edad fue violada tumultuariamente y arrojada en una
fosa de seis metros de profundidad, lo cual le ocasionó una fractura de la
espalda y una fístula obstétrica. La policía decidió no perseguir penalmente a
los hombres; en su lugar, como castigo, les ordenó cortar el pasto de la
estación de policía.
La noticia desencadenó una excepcional
manifestación de indignación pública. La campaña “Justicia para Liz”, firmada
por un 1.4 millones de personas, provocó que el Presidente de la Corte de Kenia
tomara acciones inmediatas en el caso. ¿Por qué fue necesaria la movilización
de 1.4 millones de personas para que se iniciara el proceso de justicia el cual
es un derecho humano fundamental de la víctima?, preguntó.
En otra parte del mundo, en Auckland, Nueva
Zelanda, cuando una niña de 13 años de edad había ido a denunciar ante la
policía que había sido violada por tres jóvenes, una de las primeras preguntas que
ella reporta que le formularon fue: “¿Cómo estabas vestida?”. Esto ocurrió en
el año 2011. Dos años más tarde, después de varias agresiones similares por la
misma banda, se generó una reacción pública con el objetivo de que las
autoridades tomaran acciones.
Tristemente, éstos no son casos aislados. Dichos
crímenes ocurren regularmente en diversos países alrededor del mundo, pero
raramente aparecen en los titulares, generan una indignación pública o llevan a
las altas autoridades a tomar acciones. En la mayoría de los lugares, las
mujeres son avergonzadas o intimidadas por denunciar a la policía la violencia,
particularmente la violencia sexual. Y cuando ellas se sobreponen a las
diversas barreras sociales y tabús e interponen una denuncia se enfrentan frecuentemente
con crueles e insensibles reacciones oficiales, que de manera efectiva impiden
todo acceso a la justicia.
En comunicado de prensa la ONU denunció que la violencia
en contra de las mujeres y las niñas se ha perpetuado por siglos de dominación masculina
y de discriminación basada en el género. Dicha violencia está cimentada en
normas profundamente enraizadas socialmente, las cuales sólo les reconocen
valor a las mujeres a partir de nociones discriminatorias de castidad y “honor”
y es frecuentemente usada para controlar y humillar no solamente a las
víctimas, sino también a sus familias y comunidades. Es esencial desafiar
dichas nociones, las cuales comúnmente permean en el sistema de justicia, lo
cual resulta en un círculo vicioso de impunidad y mayor violencia.
La insinuación de que las mujeres tienen una
propensión a mentir y que su testimonio debe ser corroborado o tomado con
cautela debe ser eliminada en todos las etapas de los procesos judiciales, así
como la idea de que las mujeres incitan a la comisión de la violencia sexual
por estar fuera en la noche o por vestir de una manera en particular. La
violencia contra las mujeres es simple y absolutamente inaceptable – sin
importar como estén vestidas.
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