Se
informó que aproximadamente 0.3% de la población mundial necesitaría un apoyo
sostenido para el tratamiento de alguna enfermedad mental, afirmó Ricardo
Guinea, presidente electo de la Asociación Mundial de Rehabilitación
Psicosocial (WAPR, por sus siglas en inglés), al asistir a una plática a la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
Según
estadísticas de la Organización Mundial de la Salud, dijo, la carga que implica
para las sociedades las enfermedades mentales está completamente desacompasada
respecto a los esfuerzos que se realizan para atenderla, de modo que la enfermedad
mental es responsable de 12% de días de trabajo perdidos por discapacidad
respecto del resto de las enfermedades.
En
comunicado de prensa se indicó que la media de recursos que se dedican a la
enfermedad mental respecto a los que se destinan al tema de salud están
alrededor de 3%; “hay una desproporción evidente porque se gasta muy poco en la
salud mental a pesar de que contribuye con el 12% de días perdidos. Esta desproporción
es mucho más evidente en unos sitios que en otros, pues hay algunos países
donde el presupuesto para salud mental es de cero”.
Es
necesario que la población tenga conciencia de esta situación porque el enfermo
mental merece un trato equitativo y más bien es tratado con desventaja respecto
a otros enfermos.
Señaló
que muchos de los padecimientos mentales pueden tratarse y de esta manera ofrecer
a los pacientes la oportunidad de recuperarse y tener una vida personal
razonablemente digna, siempre y cuando se les preste atención y se les atienda
mediante estrategias adecuadas de rehabilitación.
Destacó
que un caso interesante en América Latina es el de Brasil, donde se han
emprendido políticas públicas “muy potentes” porque los responsables de salud
han optado por la desinstitucionalización y han creado un “modelo brasileño”
basado en los centros de atención psicosocial, donde se impulsan programas como
el denominado “vuelta a casa” que consiste en propiciar que el dinero que se
gasta en una persona dentro de un hospital psiquiátrico, se le dé a la persona
para que viva con su familia. Es una estrategia que está en evaluación,
comentó.
Tras
señalar que “felizmente” la idea del aislamiento y el encierro en el hospital
psiquiátrico ha sido rebasada, y actualmente se ha reducido el periodo de
internación y se da seguimiento al paciente fuera del nosocomio, dijo que
abriendo los hospitales a otras formas de intervención más comunitarias, bajo
las cuales puedan crearse lazos sociales, es posible buscar la colaboración de
instituciones y redes ya existentes para facilitar su inserción social, por
ejemplo, abriendo fuentes de empleo para ellos.
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