En el campo de la
restauración de bienes culturales, el Instituto Nacional de Antropología e
Historia (INAH) atendió durante 2014 una gran diversidad de piezas, entre las
que destacan el monolito de Tláloc, obras pictóricas de Juan Correa y Pablo
O’Higgins, así como retablos y esculturas de la época colonial, además de
bienes inmuebles como el templo de Santa María Acapulco, en San Luis Potosí.
Entre algunos de
estos caso se puede mencionar el monolito de Tláloc, ubicado en zona céntrica
de la Ciudad de México, así como la maqueta del mercado de Tlatelolco y la
pintura mural Luchas del pueblo Tarasco, de Pablo O’Higgins fueron intervenidos por especialistas del
INAH.
La intervención
del monolito de Tláloc, pieza de 165 toneladas y siete metros de altura,
comprendió la remodelación de la fuente que lo circunda. En tanto, de la
maqueta del Mercado de Tlatelolco, que se localiza en la Sala Mexica del MNA,
se le dio lustre a cada una de las 305 piezas, desde los personajes adultos que
miden en promedio 26.5 centímetros, hasta las diminutas aves enjauladas.
Entre los trabajos
de remozamiento para la celebración del cincuentenario del MNA, fue intervenida
la pintura mural de Pablo O’Higgins, Luchas del pueblo Tarasco. La obra fue limpiada y se le hizo una reintegración
cromática con acuarelas bajo la técnica del puntillismo. El mismo proceso se
aplicó sobre Paisaje tarahumara y La
boda purépecha, que se hallan en
la sala etnográfica Puréecherio.
Otra
pieza de gran valor histórico que se intervino fue el pañuelo de Hernán Cortés,
que resguardó por más de un siglo sus restos mortuorios. Restauradores del
Museo Nacional de Historia, Castillo de Chapultepec, trabajaron la pieza de
lino blanco y encaje de seda negro, que pertenece al acervo del recinto. El lienzo, utilizado durante las honras fúnebres de los
restos óseos del conquistador, fue sometido a limpieza y se le colocó un
soporte de tela.
Otro
caso es la Virgen de la Defensa,
pieza de enorme devoción durante los siglos XVII y XVIII en la región de Puebla
y Tlaxcala, de donde es la santa patrona, también fue atendida en la ENCRyM; se
recuperó su policromía y restituyeron algunos faltantes que perdió por el uso y
el paso del tiempo. La escultura, de 65.5 centímetros de altura, posee gran
valor histórico porque sirvió para llevar la fe católica a Perú y Chile.
El
INAH, a través de la Coordinación Nacional de Conservación del Patrimonio
Cultural, también devolvió el esplendor y magnificencia a retablos barrocos de
Tlaxcala, Colima y Sinaloa. En la primera entidad, dos de los tres retablos que
alberga el santuario de Nuestra Señora de Ocotlán recuperaron la belleza que
tuvieron hace 300 años. Se trata de las obras dedicadas a la Pasión de Cristo y
a la Virgen de Ocotlán.
En
el Noroeste de México se intervino el retablo del siglo XVIII, perteneciente al
templo de Nuestra Señora de El Rosario, en Sinaloa; y en Colima se restauró el
único altar novohispano que se conserva, el cual está dedicado a la Virgen
María y se localiza en el templo de San Felipe de Jesús. A estas piezas del
barroco mexicano se les restituyeron faltantes, se eliminaron barnices y
suciedad, y se reintegraron los dorados y la policromía de elementos como
ángeles y esculturas.
En
la Sierra Gorda de San Luis Potosí, el INAH concluyó la larga restauración del
templo de Santa María Acapulco, el cual se incendió tras caerle un rayo. Con
ayuda de la comunidad se consolidó la estructura de la edificación del siglo
XVIII, además se repuso la techumbre siguiendo el sistema tradicional de tejido
de palma.
El
trabajo de recuperación comprendió la intervención de dos lienzos, 32 tallas de
madera (entre esculturas y muebles), una piedra de altar, ocho libros impresos
del siglo XVIII, nueve libros parroquiales, así como la copia del siglo XIX del
título de composición de tierras de Santa María Acapulco y un vestido de seda
de finales de la misma centuria.
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