A 63 años de haber sido descubierta la
cámara funeraria más imponente y espectacular de la América precolombina (el 15
de junio de 1952), Guillermo Bernal Romero, investigador del Centro de Estudios
Mayas (CEM) del Instituto de Investigaciones Filológicas (IIFL) de la UNAM,
descifró el glifo maya T514, que significa yej:
“filo”, y que ha permitido leer, por primera vez, el nombre de la tumba del
rey Pakal.
En el Templo de las Inscripciones, donde
se encuentra la cámara funeraria descubierta por el arqueólogo Alberto Ruz
Lhuillier, se lee “La Casa de las Nueve Lanzas Afiladas es el nombre de la
tumba de K’inich Janaahb’ Pakal, Sagrado Gobernante de Palenque”.
Pakal fue un famoso gobernante, quien
reconstruyó el poder dinástico de Palenque después de una época de guerras. Antes
del logro epigráfico de Guillermo Bernal, T514 no tenía lectura. Era un glifo
con una clave en el catálogo del mayista inglés Eric Thompson; los
especialistas no lo habían podido interpretar, pero conocían su importancia y
su relación con contextos bélicos. Se sabía que a veces tiene un complemento
fonético al principio y otro al final: ye-YEJ-je.
Llegar a comprender el significado de
T514, yej: “filo”, fue resultado de
una búsqueda sistemática bajo otras líneas de investigación. Al estudiar otros
aspectos del jaguar, animal sagrado para los mayas, Bernal Romero revisó varios
cráneos; al ver el molar superior, llamado diente carnicero, tuvo la impresión
de que su forma la había visto en alguna parte: en un glifo.
En efecto, la forma básica del
misterioso logograma refleja la temible pieza dental, que para los mayas fue un
referente adecuado para expresar la palabra yej:
“filo”. Al unir los glifos yej y te’, “lanza”, formaron la expresión yej te’, “lanza afilada”.
La Casa de las Nueve Lanzas Afiladas,
B’olon Yej Te’ Naah, es un nombre relacionado con los nueve guerreros que
fueron representados en los muros de la cámara mortuoria de Pakal “el Grande”.
Pero el desciframiento tiene más
implicaciones que permiten entender más de 50 textos glíficos que eran
incomprensibles o que no se entendían bien, y que relatan guerras, capturas,
nombres de casas, de dioses o de patronos de la guerra, invasiones, entradas a
ciudades y sacrificios de prisioneros, provenientes no sólo de Palenque, sino
también de Toniná, Piedras Negras, Dos Pilas, Yaxchilán y Dzibanché, entre
otros sitios, explicó el epigrafista en conferencia de medios.
Por ejemplo, la expresión está presente
en títulos guerreros, como el yajaw yej
te’, “Vasallo de la Lanza Afilada”, que empleó el gobernante palencano
K’inich Ahkal Mo’ Naahb’, nieto de Pakal.
El experto explicó que la epigrafía es
una disciplina filológica, historiográfica, con conexiones con la arqueología y
la lingüística; se trata de un engrane para distintas disciplinas, como la
iconografía. Y tal es parte del trabajo que se hace en el CEM. “El mundo de la
escritura es maravilloso; al ser humano le gusta descubrir misterios y enigmas,
y la epigrafía maya es todavía una de esas disciplinas románticas en las que se
puede llevar a cabo ese anhelo”.
Al respecto, señaló que alrededor del 20
por ciento de los glifos mayas no ha sido descifrado; de los más frecuentes ya
se conoce el significado. Yej lo era,
por eso es tan relevante el descubrimiento.
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