Los gobiernos emplean de modo insuficiente la tributación
como una herramienta para frenar los costos ambientales del uso de la energía,
pierden ingresos y debilitan su combate a la principal fuente de emisiones de
gases de efecto invernadero, responsables del cambio climático y la
contaminación atmosférica, de acuerdo con un nuevo análisis de la OCDE.
Esto es señalado en el estudio “Impuestos al uso de los
energéticos 2015 – Países de la OCDE y economías seleccionadas”, el cual
compara que los impuestos sobre el uso de la energía en 41 países del mundo,
que en conjunto utilizan el 80% de la energía global.
Según la OCDE, los impuestos a los energéticos
representan una señal de políticas públicas transparente y son uno de los
instrumentos más eficaces con los que los gobiernos cuentan para reducir los
efectos secundarios negativos del uso de la energía. Sin embargo, el nuevo
análisis muestra que estos impuestos a los energéticos no están alineados con
estos efectos secundarios y tienen una repercusión limitada sobre las medidas
emprendidas para reducirlos, mejorar la eficiencia energética e impulsar un
cambio hacia formas de energía menos nocivas.
“Los
impuestos a los energéticos actualmente son bajos e incoherentes”, afirmó Ángel
Gurría, Secretario General de la OCDE. “La política fiscal no se utiliza con
eficacia para reducir los impactos adversos sobre la salud y las emisiones de
gases de efecto invernadero que resultan del uso de la energía. Hay aún un
amplio margen para sanear los regímenes fiscales nacionales, mejorar el medio
ambiente y contener el cambio climático.”
El nuevo estudio presenta un análisis comparativo
sistemático de la estructura y el nivel de los impuestos energéticos en los 34
países miembros de la OCDE y en siete economías miembros del G20: Argentina,
Brasil, China, India, Indonesia, Rusia y Sudáfrica. Convierte las tasas
impositivas reglamentarias en tasas fiscales efectivas por unidad de energía y
por unidad de dióxido de carbono (CO2), para una amplia gama de tipos y usos de
energía.
Se muestra que los impuestos a los energéticos son bajos
en relación con los costos ambientales del uso de la energía, tanto en promedio
como en el interior de muchos de los países.
La tasa impositiva efectiva ponderada media sobre todo el
uso de la energía en los 41 países es de EUR 14.8 por tonelada de CO₂ derivado de
este uso. Esta cifra se ubica muy por debajo de los estimados del costo social
del carbono, de cerca de EUR 30 por tonelada. Si se considera también el costo
de otros efectos secundarios negativos del uso de energía, se refuerza la
conclusión de que las tasas impositivas medias son muy bajas en relación con
los impactos nocivos del consumo de combustible.
Las tasas impositivas aplicables en toda la economía de
los países varía mucho, de justo arriba de EUR 0 por tonelada de CO2 a EUR
107.3 por tonelada de CO₂, con diferencias importantes
entre diferentes combustibles y usos, y en el interior de los países.
En particular, los impuestos son bajos, o de tasa cero,
sobre algunos de los combustibles más perjudiciales, lo que los hace
indebidamente atractivos para los usuarios finales.
El carbón, que contribuye en gran medida al cambio
climático y a la contaminación atmosférica local, es el combustible que se
grava con la tasa más baja y con menor frecuencia: el 85% del carbón usado para
calefacción y cocción en los 41 países no se grava y la tasa impositiva media
sobre el carbón es de menos de EUR 2 por tonelada de CO₂.
En comparación, los productos del petróleo se gravan a
EUR 49 por tonelada de CO₂ en
promedio y la gran mayoría de los productos petroleros están sujetos a
impuestos energéticos.
Los impuestos difieren mucho entre los usuarios, en
formas no explicadas por las diferencias en los impactos ambientales. Son mucho
más bajos en el caso de los combustibles para calefacción y cocción y para el
sector de electricidad que aquellos usados para el transporte; asimismo,
difieren entre los combustibles utilizados para el mismo fin.
La tasa impositiva efectiva promedio simple sobre el uso
de la energía en el sector del transporte es de EUR 70 por tonelada de CO₂, en
comparación con EUR 3 por tonelada de CO₂ para
el uso en calefacción y cocción y la producción de electricidad.
El impuesto sobre el diesel para uso en el transporte en
los 39 países tiene tasas menores que la gasolina, pese a que el uso del diesel
causa un daño ambiental mayor.
“La
evidencia presentada en este informe brinda sugerencias concretas sobre una
reforma que garantice que los impuestos energéticos ayudarán a lograr los
objetivos económicos, sociales y ambientales con mayor eficacia”, añadió Gurría.
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