La mitad de los mexicanos (una población estimada en 120 millones de
personas) sufre algún tipo de dolencia por lo menos una vez a la semana. La
recurrencia de los dolores oscila entre 9.5 y 4.2 veces al mes, según la zona
en que éstos se localicen.
Pero, por mitos y factores
emocionales, una tercera parte se resigna a vivir con los malestares sin hacer
algo por remediarlos o paliándolo con algún remedio casero o alternativo; en
sus padecimientos que mayormente se localizan en hombros, piernas, cuello y
musculares.
Más
que un enemigo a vencer, el dolor es considerado por buena parte de los
mexicanos como una carga obligatoria que debe soportarse sin queja alguna. Si
bien la mitad experimenta este tipo de malestares cada semana, más de una
tercera parte (37%) no busca una solución terapéutica y, en el mejor de los
casos, utiliza algún remedio –por ejemplo tés y fomentos– como aliciente,
reveló la encuesta: “No te resignes y controla tu dolor”.
La
Dra. Paola Maldonado, especialista en Medicamentos de Consumo de Bayer y
Maestra en Bioética, informó que “por extraño que suene, los mexicanos elegimos
soportar las molestias, pues creemos que esto nos hace ver fuertes y valientes.
Así, quienes nos rodean nos prestarán mayor atención y aplaudirán este
sacrificio…la recompensa emocional se vuelve más poderosa que la necesidad de
atacar al dolor”.
De
tal manera, en vez de buscar un medicamento antiinflamatorio o analgésico que
controle eficazmente el dolor, 37% de los mexicanos acude a remedios caseros,
terapias alternativas o, simplemente, no hacen nada contra las molestias.
Como
resultado, durante los seis meses previos al estudio (el cual incluyó 2 mil 747
casos), 53% experimentaron dolor de cabeza leve; 50%, de espalda; 38%,
dolencias musculares, 36% en el cuello, 30%, en las piernas, y 28%, cólicos
menstruales.
Añadió
que “estos malestares se vuelven compañeros de vida de los mexicanos, pues su
recurrencia oscila entre 9.5 y 4.2 veces al mes, dependiendo de la zona en que
se localice el problema. Los más recurrentes son los de hombros, piernas,
cuello y musculares. De hecho, 50% de los encuestados admitieron sufrir alguna
dolencia por lo menos una vez a la semana”.
Explicó
que esto se debe, en alguna medida, a que los mexicanos asumimos, sin
cuestionarnos, falsas creencias sobre medicamentos y remedios para controlar el
dolor. Consideramos que los remedios naturales son más seguros que los
medicamentos; que los analgésicos generan adicción; que las medicinas son
‘artificiales’, por lo que pueden dañar al organismo en el largo plazo, y que
tomar algún medicamento nos convierte en personas enfermas. Nada más alejado de
la realidad.
Así,
de acuerdo con la encuesta, los argumentos más frecuentes para no utilizar un
tratamiento farmacológico son: “el dolor no era tan fuerte como para tomar un
medicamento”, “no me gustan las medicinas”, “prefiero esperar a que la molestia
desaparezca por sí sola”.
Lo
cual, indicó la especialista, conlleva a que “las personas no controlen el
dolor tiene como consecuencia que sufran innecesariamente e incluso se puede
agudizar el dolor, generando otros problemas físicos y psicológicos como
problemas de movilidad y estrés”.
Le
pidió al público que esto no tiene por qué ser así. Actualmente se cuenta con
un amplio arsenal terapéutico que permite controlar diversos tipos de dolores y
de diferentes intensidades. Ejemplo de ello son los medicamentos de venta sin
receta (OTC, por sus siglas en inglés), que ayudan a reducir la fiebre y a
aliviar dolores de cabeza, musculares y la rigidez.
La
especialista recomendo que entre los medicamentos para controlar dolor, los
antiinflamatorios no esteroideos (AINES), además de tener un efecto analgésico,
también reducen la inflamación, lo cual tiene un doble beneficio. Ejemplo de
ellos son los que tienen como sustancia activa Naproxeno sódico.
El
uso adecuado y responsable de estos medicamentos permiten que el sufrimiento,
en la mayoría de los casos, deje de ser una carga con importantes
consecuencias. Y es que convivir con algún malestar no es sinónimo de valor;
por el contrario, puede trastocar múltiples aspectos de la vida interfiriendo
con las actividades diarias, trastornando el sueño y los hábitos alimenticios,
alterando el desempeño laboral y causando depresión y ansiedad.
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