A pesar de
los esfuerzos realizados, en México el acceso a una vivienda adecuada continúa
siendo un desafío: grandes mayorías de la población en diferentes regiones del
país, en particular en el sur del país, soportan condiciones habitacionales
deficientes y precarias, señaló la catedrática universitaria, Alicia Ziccardi.
Aunque el parque habitacional ha
crecido, y las características físico constructivas y el acceso a los
principales servicios públicos han mejorado, la oferta de vivienda no responde
a las características sociales y económicas de los mexicanos. Se construye
mucha vivienda y poca ciudad, dijo.
Las políticas de los últimos años han
estimulado la producción masiva de vivienda social que, si bien ha logrado
abatir el déficit cuantitativo, no ha mejorado las condiciones de habitabilidad
de grandes sectores y ha provocado la expansión de las periferias urbanas.
La directora del Programa Universitario
de Estudios sobre la Ciudad de la Universidad Nacional Autónoma de México
(UNAM), mencionó que la dinámica demográfica y el rápido proceso de
urbanización han incrementado la demanda de vivienda, mientras que las malas
condiciones de empleo y las crisis económico-financieras han limitado su acceso
para la mayoría de la población.
Detalló que la Encuesta Nacional sobre
las Condiciones de Habitabilidad de la Vivienda (UNAM,
2015), para los mexicanos la mayoría de las que construye el gobierno tienen el
problema de ser muy pequeñas, caras, de mala calidad, lejanas y con servicios
deficientes.
Lo anterior ha derivado en el abandono
de varios miles de ellas y en el incremento de la cartera vencida de los
organismos nacionales del rubro, y pone en evidencia la debilidad de las
políticas de desarrollo urbano de los tres órdenes de gobierno para atender las
demandas de los nuevos pobladores, sostuvo.
En las regiones centro, zona metropolitana del Valle de México (ZMVM) y
norte del país, los pisos, techos y muros son de materiales durables, pero en
el sur una tercera parte tiene techos de lámina de asbesto y metálica, y en una
de cada 10 viviendas el piso aún es de tierra. Ahí mismo, la disponibilidad de
agua entubada y de drenaje conectado a la red pública es para menos de la mitad
de los hogares, cuando en el resto del país es para más de las tres cuartas
partes.
El sur concentra la mayor proporción de viviendas con hacinamiento:
alrededor del 14 por ciento; mientras que en el centro y la zona metropolitana
se reduce a seis por ciento, y en el norte a cuatro por ciento (INEGI, 2010).
En el sur casi la mitad de las viviendas (46 por ciento) cuenta con un solo
dormitorio.
Según el estudio de la UNAM, en esa misma región el 27 por ciento de las
viviendas tiene una superficie menor a 40 metros cuadrados; en el centro y
norte, 16 por ciento, y en la ZMVM, una de cada 10.
En el centro y norte se registra el mayor crecimiento en el número de
viviendas (entre los años 2000 y 2010), pero también la mayor cantidad de las
que están deshabitadas, debido a que no corresponden a las necesidades de los
trabajadores y su capacidad de pago, o a que la localización es muy distante de
los centros laborales, lo que incrementa los gastos en transporte.
En la región norte sólo dos de cada 10 encuestados por la UNAM están muy
satisfechos con la ubicación y la zona donde viven, y uno de cada 10 está muy
satisfecho con los bienes, los servicios, la amplitud y los materiales de
construcción, así como con los servicios en la zona.
En el sur, tres de cada 10 están muy satisfechos con los materiales de
construcción y ubicación, y dos de cada 10 con los servicios, la zona en donde
habitan y la amplitud y bienes de su hogar.
Alrededor
de la mitad de los entrevistados coincide, en todas las regiones, en que la
principal solución es hacer viviendas de calidad y dar más ayuda para
comprarlas.
Asimismo, afirman que la responsabilidad
de enmendar los inconvenientes de vivienda en México corresponde al gobierno
federal, y sólo uno o dos de cada 10 mencionan a los gobiernos estatal o
municipal.
Ante ello, el desafío es
crear condiciones satisfactorias de habitabilidad, materiales, sociales,
ambientales y culturales, que dignifiquen la vida y recuperen a la política
habitacional en ese rubro como uno de los principales componentes de las
políticas sociales del Estado.
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