La elección de Donald Trump como el 45.o
presidente de los Estados Unidos puede estimular los cambios más significativos
a las leyes ambientales de los Estados Unidos desde los años 70. Los cuales
pueden ir desde lo perjudicial a lo benéfico, en sectores como es el Cambio
Climático, la promoción de proyectos de infraestructura, el caso de los combustibles
fósiles.
Trump, pese a sus años como empresario no
tiene constancia impulso o trabajo en políticas ambientales, lo cual puede para
una idea de su probable enfoque en este tema.
Aunque su afanosa negativa a tratar estos
temas, no todo será a su candidatura a ya estar en el poder. Ejemplo de esto es
la supuesta eliminación de la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos
(EPA); lo cual, requerirá del Congreso.
Cabe recordar que esta oficina es la encargada
de aprobar la venta de coches y camiones en los Estados Unidos; los plaguicidas
deben estar registrados con la EPA para ser aprobados; el control de la
contaminación y las tecnologías de reducción de riesgos tienen que tener
recomendación de la EPA y aplicados por las industrias pertinentes. De ahí que
la supuesta abolición de la EPA sea algo improbable.
Es mucho más probable que la Administración
Trump y el Congreso limitaran o eliminaran ciertas disposiciones de leyes
ambientales que actualmente están implementadas y aplicadas por la EPA.
Sin embargo, lograr ese objetivo no sólo
exigirá que la Administración obtenga suficientes votos en la Cámara de los
Estados Unidos y el Senado para conseguir este objetivo.
En el tema de la promoción y el desarrollo de
los combustibles fósiles, que ha sido tema recurrente en la campaña Trump,
junto con su insistencia en la ilegitimidad de la ciencia sobre la existencia del
cambio climático y la desaprobación del Acuerdo de París.
Conlleva a esperar que su gobierno promueva
cambios en las leyes, reglamentos y políticas ambientales que podrían facilitar
el desarrollo, transporte y exportación de carbón, petróleo, gas y otros
productos derivados del petróleo.
Esto podría incluir la reencarnación del
proyecto Keystone Pipeline, el avance del Dakota Access Pipeline y la apertura
de la exploración y producción en el Refugio Nacional de Vida Silvestre del
Ártico. Para así tener la independencia energética de Estados Unidos.
Aunado que Trumpseguramente intentará desmantelar
el marco regulatorio para controlar las emisiones de gases de efecto
invernadero; lo cual, comenzará con el abandonar el Plan de Acción del Clima de
la Administración Obama, que trata las emisiones de metano de las fuentes
existentes de petróleo y gas. Otros objetivos incluirán el Plan de Energía
Limpia (CPP), cuya derogación haría más fácil y más barato quemar carbón y gas
natural.
Estos esfuerzos serán complicados por el
precedente en el Tribunal Supremo y el circuito del D.C. que obliga a EPA para controlar
las emisiones del gas del invernadero, por lo menos en el corto plazo.
Suponiendo que la administración Trump llenará vacantes judiciales actuales y
futuras -incluyendo a la Corte Suprema- con jueces y jueces conservadores, ese
objetivo no cambiará en el corto plazo.
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