Una
de las funciones más importantes del arrecife del Caribe mexicano, ante los
huracanes, es la protección de las playas y a su vez de la infraestructura
hotelera, ya que reduce la energía del oleaje y de esta forma protege uno de
los atractivos más importante de la zona.
Por
ello, la organización The Natural Conservancy (TNC) en colaboración con
institutos de investigación de México, España y Estados Unidos, han proyectado,
en forma anticipada que si se perdiera un metro de este arrecife, tan sólo en
la zona de Puerto Morelos, los daños al capital construido en la costa se
triplicarían en caso de huracanes categoría 1 o 2.
Estimaciones
preliminares muestran que en eventos como Wilma o Dean, los arrecifes
previnieron aproximadamente el 25% de los daños totales a la infraestructura
portuaria, incluyendo hotelería y casas habitación.
En
vista de esta situación, la conservación del arrecife se traduce en grandes
beneficios económicos para la región, por eso se ha buscado construir alianzas
con el sector privado, el gobierno estatal y los centros de investigación para
generar mecanismos que buscan la inversión en la restauración del arrecife,
basada en un sólido respaldo científico.
Lamentablemente
los mismos huracanes, enfermedades propias del coral, contaminación del agua y
calentamiento del mar han provocado que los arrecifes estén seriamente
degradados. Se ha perdido el 80% de la cobertura de coral vivo desde 1980, lo
cual reduce la capacidad de contención de los arrecifes.
Dicho
panorama ha provocado que expertos de diversas universidades del país estén
trabajando fuertemente en métodos, guías y ejemplos de restauración de arrecifes.
Estos esfuerzos deben incrementarse para tener un impacto significativo en la
restauración de arrecifes con mayores fuentes de financiamiento.
Un
mecanismo novedoso que resultará muy importante para la reducción de riesgos es
la “transferencia financiera del riesgo”, como lo es un seguro para el
arrecife. En este caso se propone un seguro para el arrecife contra huracanes
el cual permitiría contar con fondos para la atención de la emergencia y la
restauración de los daños que estas tormentas provocan al arrecife.
Un
claro ejemplo de cómo el arrecife protege las playas ante fenómenos naturales
sucedió en el 2005, cuando el huracán Wilma impactó el norte de Quintana Roo.
Las playas de Puerto Morelos, donde el arrecife está bien desarrollado, no se
vieron afectadas, al contrario, crecieron 30 metros de ancho.
Por
su parte, la zona que va desde Punta Cancún a Punta Nizuc, no contaba con
arrecifes por ende sus playas se vieron severamente afectadas, el gasto que el
gobierno federal, municipal y la industria hotelera tuvieron que hacer para
restaurar las playas fue de 200 millones de pesos en 2006, lo cual no fue
suficiente y en el año 2009 se tuvo que invertir otros 900 millones de pesos
con el mismo fin.
El
arrecife también protegió la infraestructura hotelera y habitacional de Puerto
Morelos, esto fue posible a que las olas y marea de tormenta provocadas por
Wilma, con una altura entre 10 y 12 metros, al impactarse en el arrecife se
redujeron a tan sólo dos metros de alto, según mediciones de las boyas del Instituto
de Ciencias del Mar y Limnología de UNAM localizado en Puerto Morelos.
Algunos
hoteles tratan de proteger sus playas al construir diferentes estructuras de
concreto, gaviones o geotubos, las cuales pueden costar entre 500 a 1000 dólares
el metro lineal. En cambio la restauración de arrecifes puede costar únicamente
de 100 a 200 dólares.
El
arrecife del Caribe Mexicano es parte del Arrecife Mesoamericano, uno de los
sistemas más importantes del mundo, nace en Cabo Catoche (punta sureste
mexicana) y recorre la costa caribeña de México, Belice, Guatemala y Honduras,
viven más de 500 especies marinas como el tiburón ballena y el manatí, y más de
60 especies de corales, con millones de años de antigüedad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario