El robo de combustible, además de pérdidas económicas millonarias,
también genera contaminación ambiental y un severo impacto en los suelos, que
pueden tardar 25 años en recuperarse de manera natural, ello fue informado por
el doctor José Víctor R. Tamariz Flores, secretario académico y docente en el
posgrado de Ciencias Ambientales del Departamento de Investigación de Ciencias
Agrícolas de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), en el estado
de Puebla.
Dijo
que se ha evaluado los efectos ambientales en derrames por accidentes en
oleoductos de Petróleos Mexicanos (Pemex) y, refiere que cuando un suelo se
contamina por derrame de hidrocarburo, existen técnicas de remediación que
pueden reducir el tiempo estimado para devolver las cualidades originales a la
tierra en un promedio de tres a cinco años; sin embargo, el costo de estas
metodologías no siempre son accesibles a los campesinos.
El
doctor Tamariz Flores refirió, además, que la remediación de suelo cuesta
alrededor de 175 mil pesos (9,750 dólares) por hectárea, pero este gasto suele
ser muy elevado para los campesinos que ven afectadas sus tierras por el
derrame de hidrocarburo.
No
obstante, la metodología ya probada ante este tipo de contaminación, indicó el
doctor Tamariz, permite que los daños ambientales se reduzcan casi en su
totalidad en un periodo no mayor a cinco años, permitiendo el aprovechamiento
productivo que se suele dar a la tierra.
Detalló
que en junio de este año, la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN)
determinó que Pemex no será responsable de reparar el daño ecológico causado
por la extracción ilegal de combustible, sino que los trabajos de remediación
tienen que estar a cargo de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos
Naturales (Semarnat).
En
cuanto a las daños que causa el derrame de combustible, el doctor Tamariz
destacó que en el aire, la combustión de estos hidrocarburos provoca un
incremento en los gases de efecto invernadero, ya que existe un aumento de
dióxido de carbono (CO2), óxidos de nitrógeno (NOx), gases derivados del azufre
como óxidos de azufre, entre otros contaminantes que permanecen en el ambiente.
Asimismo,
explicó que el derrame de hidrocarburo también causa efectos en las propiedades
físicas del suelo, sobre todo en su capacidad para retener agua y en sus
mecanismos para absorber nutrientes.
Dijo
que “se daña el espacio del suelo donde se realizan reacciones que son
importantes para el ecosistema en general, dañan esa parte física porque
revisten estas partículas de hidrocarburo que impiden su actividad normal”.
En
cuanto a sus propiedades químicas, el doctor Tamariz explicó que el derrame
afecta en buena medida el pH del suelo, dañando su conductividad eléctrica e
incrementando los niveles de contaminantes que vienen en los hidrocarburos,
como los compuestos aromáticos y los compuestos alifáticos de cadenas largas
que el suelo tardará años en poderlos destruir. Asimismo, afecta las condiciones
redox de los suelos, lo que impide que estos realicen numerosas reacciones
biogeoquímicas que son importantes para el ecosistema.
En
su actividad biológica, indicó el especialista, los hidrocarburos derramados
matan la microbiota que existe en el suelo, afectando todas las actividades de
síntesis y de reorganización de sustancias para producir nutrientes en las
plantas, ya que se ven eliminados. “Sumado a estos problemas, si se toma en
cuenta que ya existe un cultivo en la zona afectada, el derrame evitará su
crecimiento y las cosechas o cultivos estarán destinados a echarse a perder”,
indicó.
La
contaminación por derrame también afecta los recursos hídricos, ya que pueden
llegar a ríos y lagunas naturales e incluso mantos acuíferos si el derrame no
se controla, como ya se ha visto en lugares donde los llamados
"huachicoleros" –ladrones de combustible- hacen una piscina para el combustible,
provocando mayor filtración al subsuelo, problema que se agrava con las
condiciones naturales como lluvias.
Por
último, el doctor Tamariz hizo hincapié en la necesidad de dar solución a esta
problemática ambiental a través de programas inmediatos de atención y de
remediación de aguas y suelos para que los campesinos puedan estar seguros que
por medio de métodos científicos y tecnológicos se puede disminuir el tiempo de
recuperación de estos suelos.
En
los últimos siete años, las tomas clandestinas para robo de hidrocarburo
incrementaron casi 900 por ciento, de acuerdo con información oficial de Pemex.
La paraestatal informó que en 2010 solo tenían reportadas 691 tomas en todo el
país, siendo los estados de Veracruz (143), Sinaloa (99) y México (68) los que
más robo de combustible registraban.
Para
2014, el aumento en este delito se hizo más visible y para 2016 alcanzó un máximo
histórico con seis mil 872 tomas clandestinas, liderando la ordeña de ductos el
estado de Puebla con mil 533, seguida de Guanajuato con mil 309 y Tamaulipas
con 942 tomas clandestinas.
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