El poco interés en la protección y el cuidado del agua por la nula
participación ciudadana en México ha provocado el desperdicio del líquido, algo
que en varios países del mundo sería sancionado administrativa o penalmente, advirtió
Aleida Azamar Alonso, profesora-investigadora de la Unidad Xochimilco de la
Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) de la Ciudad de México (CDMX).
La
distribución es irregular y contrastante a lo largo del territorio nacional: en
las zonas urbanas se reporta un acceso casi total (92%) y en las rurales sólo una
de cada cuatro personas (25%) disfruta del recurso.
En
algunas áreas de América Latina la dotación es baja, pero debido a grandes
transformaciones sociales que han beneficiado a las comunidades, la acción
conjunta de gobierno y ciudadanos ha garantizado un acceso general, así como el
cuidado para el buen uso del agua.
En
cambio, en México la falta de tecnificación en el transporte del fluido provoca
que menos de 50 por ciento llegue a su destino final, ya que se derrama,
evapora, filtra o vende en forma ilegal durante el camino, además de que sólo ocho
por ciento se destina al usuario doméstico y el resto a actividades agrícolas e
industriales.
La
investigadora considera que existe una carencia de comités u organizaciones
ciudadanas urbanas sólidas, capaces de dialogar con las autoridades para
promover acciones en favor de la correcta y oportuna repartición del agua.
De
manera más alarmante, indica que no existen planes de emergencia que orienten a
la población sobre qué hacer ante situaciones como las que acaban de ocurrir
con los dos terremotos del 7 y 19 de septiembre en la Ciudad de México. Además,
de que 78% del total de agua disponible es usado para actividades agrícolas.
Dijo
que “sería adecuado que existieran indicaciones claras ya que en caso de
emergencia se sabría qué hacer, disminuyendo notablemente la confusión que se
vivió en el mes de septiembre de este año, sobre todo en las delegaciones
Tláhuac, Iztapalapa y Xochimilco en el sur de la CDMX, donde se generó un clima
de malestar social”.
Es
necesario plantear una estrategia que ayude a crear un órgano popular para la
vigilancia en el uso del vital líquido y de los presupuestos que se les asignan
a las delegaciones. “También se debe apoyar en la formulación de un plan de
emergencia para orientar a los habitantes afectados por desastres naturales
para que sepan a dónde ir a solicitar apoyo”.
Alonso
destaca que es urgente promover conciencia social en el uso y consumo del agua,
ya que el servicio no será suficiente debido a que se le da prioridad a la
industria y/o la cultura de oferta que existe en el país. Los pobladores
enfrentan un escenario complejo: la carencia del bien y la ausencia de
autoridades que respondan con medidas adecuadas y claras ante la problemática.
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