El mal suele ser un compañero de viaje porque se le considera una
condicional intrínseca a la naturaleza humana y, con un poder extraordinario,
logra evolucionar y adaptarse a las distintas situaciones debido a su capacidad
para licuarse, es decir, para tomar la forma que sea necesaria hasta lograr
ocultarse o pasar inadvertido.
En
el libro “Maldad líquida”, publicado por editorial Paidós, los pensadores
Zygmunt Bauman y Leonidas Donskis disertan sobre el mal y su capacidad para
mimetizarse en el mundo actual y plantean diversos temas para saber ¿cómo
impactan las nuevas tecnologías en nuestras conductas?, o ¿por qué pese a la
profunda desigualdad no generamos un cambio estructural?.
Parte
de las respuestas implica identificar el uso de herramientas de “lavado de
cerebro” a las que la modernidad recurre a través de actividades como la
propaganda y la publicidad comercial, aunque las disimula bajo denominaciones
políticamente correctas, como marketing y relaciones públicas, por ejemplo, que
contribuyen a implantar la creencia de que hoy no hay más alternativas.
Bauman, que acuñó el concepto de modernidad
líquida para referirse a las nuevas formas que tenemos para relacionarnos en un
escenario de conectividad global, plantea que ante el cambio de paradigma, lo
colectivo de antaño, que requería compromiso y constancia, se traduce hoy en la
conectividad al alcance de un botón y el sentido de pertenencia a una
comunidad.
“De
ahí que, en este paradigma del instrumentalismo moderno, la traición se
justifique con facilidad: si lleva a la conservación o la expansión del poder,
es fácil retratarla como un doloroso sacrificio en nombre del Estado o como un
gran fin o ideal común. Pero si la traición termina en fracaso y la
conspiración es un fiasco, entonces, con la ayuda de la autoridad simbólica y
de la maquinaria estatal, será claramente colocada en la exaltada categoría de
la deslealtad suprema al Estado: la alta traición”.
Zygmunt
Bauman, es premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades junto a
Alain Touraine en 2010, fue catedrático emérito de Sociología de la Universidad
de Varsovia. Su carrera académica lo llevó a ejercer la docencia en las
universidades de Leeds, Tel Aviv, The London School of Economics, entre otras.
Desde
sus inicios en la década de 1970, su visión de la sociología ha reivindicado
para esta disciplina un papel menos descriptivo y más reflexivo. Sus
aportaciones a la conceptualización de la posmodernidad, a la que él denomina
“modernidad líquida” han sido plasmadas en diversos ensayos que le valieron el
reconocimiento internacional.
Mientras
que Leonidas Donskis, es de origen lituano, profesor de Política en la
Universidad de Vytautas Magnun, en Lituania.
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