El
primer Índice de Derechos Humanos y Empresas de Energía Renovable revela serias
debilidades en los esfuerzos de la industria para proteger a las y los
trabajadores y las comunidades, creando un riesgo en un sector vital para
contrarrestar la crisis climática.
La industria de la energía renovable es una
parte indispensable en la lucha contra el cambio climático y la pandemia del
COVID-19 sólo ha profundizado la urgente necesidad de una transición hacia una
economía mundial más igualitaria y sostenible. Sin embargo, el crecimiento del
sector se ha visto acompañado por el aumento de las denuncias de abusos de los
derechos humanos -incluidos asesinatos, amenazas y apropiación de tierras - con
al menos 197 denuncias desde 2010, incluidas unas 40 alegaciones del último
año.
El nuevo índice (disponible hoy) del Centro de
Información sobre Empresas y Derechos Humanos revela brechas en la política y
la práctica que el sector renovable debe atender urgentemente para garantizar
una transición hacia una economía baja en carbono, que sea rápida y justa, y
respete derechos humanos.
El índice evaluó 16 de las principales empresas
de producción de energía eólica y solar que cotizan en la bolsa* con una
metodología desarrollada a través de siete consultas mundiales, en las que
participaron más de 100 partes interesadas. El instrumento revela que casi la
mitad de las empresas (7 de 16) obtuvieron una puntuación inferior al 10%, con
tres cuartas partes (12 de 16) que alcanzaron un puntaje por debajo del 40%.
Ninguna empresa obtuvo una puntuación superior al 53%.
Cuatro empresas se destacaron con la más alta
puntuación en general, pese a estar todas relacionadas con acusaciones de
abusos de derechos humanos, incluyendo la compañía con mayor puntuación. En
cuanto a los indicadores más importantes de las obligaciones básicas de las
empresas en materia de derechos humanos, la puntuación media del sector
renovable estuvo a la par con otras industrias de alto riesgo, como el sector
textil, la agroindustria, las industrias extractivas y el sector de las
tecnologías de comunicación y de información; por lo que se requiere un mayor
escrutinio de los riesgos en este sector.
Una cuestión apremiante se refiere a los
proyectos de energía renovable desarrollados en el territorio de los pueblos
indígenas. Estos casos amenazan los derechos humanos de las comunidades locales
y pueden imponer un alto costo financiero a las empresas. Algunos ejemplos son
un parque eólico en Noruega, al cual se oponen pastores de renos por la pérdida
de sus tierras; un parque solar en México, denunciado por falta de
consentimiento previo, libre e informado a las comunidades; y un parque eólico
en Kenia, cancelado tras las demandas de agricultores y terratenientes locales.
Las empresas obtuvieron una mala puntuación en
algunas de las cuestiones más graves en materia de derechos humanos para el
sector de la energía renovable. Ninguna empresa obtuvo un puntaje con relación
al respeto a los derechos a la tierra y al territorio y sólo una empresa tiene
un compromiso público con relación a los derechos de los pueblos
indígenas.
Existen buenas prácticas en el sector, como un
parque eólico en México, propiedad de una comunidad indígena, un proyecto de un
parque eólico en Sudáfrica, que consultó a las comunidades locales sobre
empleos y la copropiedad del proyecto, y
proyectos eólicos y solares en Canadá, propiedad de grupos indígenas.
Marti Flacks, subdirectora del Centro de
Información sobre Empresas y Derechos Humanos, dijo que “las empresas de
energía renovable están liderando la transición a una economía baja en carbono,
como parte del esfuerzo mundial para hacer frente a la crisis climática. Las
energías renovables también desempeñarán un papel fundamental tras la pandemia
del Covid-19. Esto hace aún más crucial que el sector de la energía renovable
evite los errores de otros proveedores de energía y garantice urgentemente el
respeto de los derechos humanos en sus operaciones y cadenas de suministro.
Desafortunadamente, este índice muestra que el
sector se está quedando corto en materia de derechos humanos, especialmente en
los derechos a la tierra y alterritorio, y a la protección de los pueblos
indígenas. Esto no sólo pone en riesgo a las comunidades frente a graves
violaciones de sus derechos humanos, sino que puede resultar en retrasos en los
proyectos y el aumento de los costos que podrían poner en peligro la transición
a una economía baja en carbono.
Estos resultados señalan el camino para que las
empresas de energía renovable y los inversores realicen mejoras para asegurarse
de que la transición a una economía baja en carbono sea justa. La mejor manera
de hacerlo es llevando a cabo la diligencia debida en materia de derechos
humanos para prevenir, identificar y mitigar los riesgos a lo largo de las
operaciones y las cadenas de suministro. Las mejores prácticas existen y deben
seguirse”.
El Índice sobre Derechos Humanos y Empresas de
Energía Renovable utiliza 13 indicadores básicos del Índice Corporativo en
Derechos Humanos (Corporate Human Rights Benchmark), para evaluar a las
empresas conforme a los Principios Rectores de las Naciones Unidas sobre
Empresas y Derechos Humanos. Utiliza, además, otros 19 indicadores
desarrollados para evaluar riesgos específicos de la industria de la energía
renovable.
Las 16 empresas analizadas obtuvieron un
puntaje nulo en al menos uno de los 13 indicadores básicos de los Principios
Rectores, lo que significa que ninguna de ellas demostró que, como empresa, cumple
con las expectativas básicas establecidas por las Naciones Unidas. Casi la
mitad de las empresas (7 de 16) obtuvo sólo 1 o 0 puntos en total en esta
sección.
En promedio, en estos 13 indicadores básicos
elaborados con base en los Principios Rectores, las empresas obtuvieron un 33%,
similar al bajo desempeño promedio de otras industrias de alto riesgo,
examinadas por el Índice Corporativo en Derechos Humanos (31%).
Con
un promedio inferior al 50%, las empresas de energía renovable, al igual que otras
industrias, no cuentan con un enfoque integral para la identificación,
mitigación y reparación de impactos en materia de derechos humanos.
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