Luego
de 85 años de que las reliquias de los héroes patrios permanecieran
en el mausoleo de la Columna de la Independencia, en el centro de la
Ciudad de México, en 2010 se llevó a cabo un proceso de análisis y
conservación que concluye con la entrega de un documento de casi 600
páginas donde se narran con detalle los resultados de los estudios
histórico, de antropología física y restauración realizados a los
restos, así como los procesos a los que se sometieron.
Después
de diversos intentos de distintos gobiernos mexicanos por resguardar
con dignidad las reliquias de los próceres, particularmente en 1895,
1910, 1911 y 1925, finalmente, la conmemoración del Bicentenario de
la independencia de México dio la oportunidad de hacer un estudio
con los adelantos de la ciencia moderna, que involucró el trabajo de
distintas especialidades.
Lo
anterior ha hecho posible identificar lo que guardan cada una de las
urnas depositadas en la Columna de la Independencia, y conservar las
reliquias con el cuidado que dicta la conservación para evitar su
deterioro.
El
proceso de los análisis a los que se sometieron los restos, los
detalles de su restauración y el periplo que pasaron durante los 187
años desde que se les dio el carácter heroico, han sido compilados
en el libro Los restos de los héroes en el
Monumento a la Independencia, presentado la
víspera en el Museo Nacional de Antropología.
La
obra, editada por el Instituto Nacional de Antropología e Historia
(INAH) y el Instituto Nacional de Estudios Históricos de las
Revoluciones de México (INEHRM), está publicada en dos tomos; el
primero detalla el estudio histórico de las reliquias, coordinado
por Carmen Saucedo Zarco; y el segundo, coordinado por Lilia Rivero
Weber y José Antonio Pompa y Padilla, describe los trabajos de
conservación y restauración, así como los análisis de
antropología física.
En
la historia del traslado y trasiego de los restos patrios desfilan
equivocaciones, robos, confusiones, atenciones y descuidos; mala fe y
buenas voluntades; dudas y afirmaciones contundentes por decreto;
secretos, conjeturas y asombros, descritos en el primer volumen de la
obra editorial, puntualizó Salvador Rueda, quien también consideró
que lo importante de las reliquias es lo que significan, “un
conjunto de ideas que en su momento fueron voces fuertes en cuerpos
vivos”.
El
segundo tomo detalla el estado de conservación en el que se
encontraron las reliquias y los procesos de conservación al que se
sometieron cada uno de los restos de los personajes. La restauradora
Luisa Mainou explicó que un novedoso método de restauración y
conservación que remineraliza los huesos, inventado por ella (Mainou
FQ95), fue aplicado para el caso de los
héroes patrios, a fin de devolverles su fuerza y estabilidad,
perdida luego de más de 100 años del fallecimiento de los próceres.
El tratamiento garantiza la conservación de las reliquias durante
las próximas diez décadas.
Para
volverlos a colocar en la Columna de la Independencia, a cada héroe
se le adaptó un sistema de guarda especial, elaborado con crepelina
de seda, impregnada con una sustancia llamada quitosán, que funciona
como barrera biológica y que también fue aplicada en los huesos
para recuperar el colágeno que han perdido. Dicho componente se
extrae del exoesqueleto de los crustáceos, como los camarones y los
langostinos.
El
segundo tomo también contiene los resultados y el procedimiento del
análisis de antropología física. El antropólogo José Antonio
Pompa explicó que siguiendo técnicas de osteometría (medidas) y
morfoscopía (forma), analizaron edad, sexo, rasgos métricos,
huellas de enfermedades y actividades, color, textura, fracturas,
exfoliaciones de los restos.
De
estos últimos se obtuvieron nuevos datos para sus biografías; entre
la información novedosa destaca la de Vicente Guerrero, de quien
ahora los antropólogos saben que se le representa con una postura
“napoleónica” a consecuencia de una herida en el codo mal
atendida, que no le permitía extender el brazo.
El
antropólogo del INAH dijo que estudiaron 14 individuos de los cuales
8 estaban totalmente revueltos en las urnas osario, distinguidas como
Urna Libro y Urna Verde. Durante el proceso de análisis de
antropología física, el estudio de fotografías y fuentes
históricas, se documentó que ambas urnas guardaban en conjunto los
restos de Miguel Hidalgo, Juan Aldama, Mariano Jiménez, Ignacio
Allende y José María Morelos y Pavón, así como los de Javier
Mina, Pedro Moreno y Víctor Rosales, antes no identificados, explicó
Pompa y Padilla.
Los
estudios de antropología física también permitieron identificar
los restos de José María Morelos y Pavón, mediante su mandíbula,
que se encontraba en la urna Libro con huesos de su esqueleto, la
quijada correspondió al cráneo del héroe. Los otros cinco
próceres: Vicente Guerrero, Guadalupe Victoria, Nicolás Bravo,
Leona Vicario y Andrés Quintana Roo, tenían cada uno su urna
individual por lo que no fue necesario separar sus restos.
El
libro, concluyó el historiador Salvador Rueda, procura ser
instrumento cabal de conocimiento de una historia apasionada. Ahora
estos dos tomos, de manera fría, con su discurso narrativo, tendrán
que enfrentar a sus lectores”.
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