La
piel es el órgano más grande del cuerpo humano, entre otras funciones actúa
como un aislante del medio que nos rodea, contribuye a la hidratación de los
órganos internos y sintetiza la vitamina D, que ayuda a reforzar el sistema
óseo e inmune.
De
ahí la importancia de mantenerla en las mejores condiciones, en particular en
época invernal, en la que las bajas temperaturas, las calefacciones, la
contaminación y la poca humedad del ambiente afectan la humectación natural,
indicó Gladys Guadalupe León Dorantes, dermatóloga y académica de la Facultad
de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Indicó
que “la piel es la interfase entre el organismo y el medio ambiente, siempre
está sujeta a las condiciones del clima, es decir, a temperatura, humedad
relativa, corrientes de aire y radiación ultravioleta, por lo que posee
diversos mecanismos para mantener un equilibrio u homeostasis”.
Por
ello, explicó que la epidermis tiene su propia barrera (capa córnea o lo que
muchos denominan, de manera errónea, células muertas), que junto con una serie
de lípidos cumple la función de proteger y mantener la humedad, lo que evita
que se inflame.
Sin
embargo, algunos procesos naturales como la edad, el género y la exposición a
climas extremos modifican y dañan esa barrera por la pérdida de humedad.
También
contribuye el uso de agua muy caliente durante el baño diario en épocas de
frío, la aplicación de jabones fuertes que desengrasan más la piel y quitan la
protección natural, además de la costumbre de utilizar zacates u otros
elementos abrasivos. “Desprender a la piel de esa barrera en forma prematura,
provoca la pérdida de protección y, en consecuencia, se deseca e inflama”.
Por
ello, indicó que no es conveniente tallarla con aditamentos y productos
abrasivos. Cada 28 días, en promedio, se regeneran por sí mismas las células de
este órgano, “es una falacia eso de que hay que retirar las células muertas,
este proceso sólo se recomienda en enfermedades cutáneas específicas”.
En
una piel normal y sana no hay necesidad de tallar con zacates, cepillos o
esponjas; tampoco es recomendable utilizar jabones agresivos que retiren por
completo la grasa natural, pues ésta permite mantener un equilibrio en la
cantidad de agua.
Además,
al paso de los años la epidermis se hace defectuosa; en personas de 60 años y
más adquiere una apariencia resquebrajada, escamosa y hasta roja, sobre todo en
las piernas.
Para
restituir la barrera epidérmica en época invernal, la universitaria recomendó
el uso de dermolimpiadores o syndets,
que higienizan la piel pero dejan ciertos lípidos y respetan los corneocitos
(células superiores que forman la capa protectora de la epidermis); asimismo,
aplicar cremas hidratantes como cold
cream, elaborada a partir de aceites y agua de rosas, entre otras
sustancias.
Aunque
en invierno es menor la sensación de sed, deben ingerirse al menos ocho vasos
de agua al día y consumir alimentos antioxidantes, en particular cítricos,
abundantes en México en la estación invernal.
Es
necesario proteger la piel con bloqueadores solares, pues los rayos solares
también afectan en esta época del año y por su altitud, la radiación solar
representa un riesgo para la salud.
En dermatología se ha visto un incremento en el
número de individuos que padecen cáncer de piel, incluso en jóvenes de 20 años
de edad, porque se ha abusado de la exposición a la radiación solar, finalizó.
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