Las ciudades incluyentes que consideran una mayor y mejor
accesibilidad para todas las personas que transitan en ellas, incluyendo a discapacitados
con infraestructura como es el uso de rampas, líneas guía para invidentes,
accesos para sillas de ruedas y otros implementos de soporte, les favorece para
ser un polo de desarrollo turístico pues son visitadas por muchas personas de
la tercera edad.
Indicó Dulce María Irene García Lizárraga, investigadora de la División
de Ciencias y Artes para el Diseño de la Universidad Autónoma Metropolitana
(UAM), Unidad Xochimilco, y ahondó en que la planeación urbana debe tener en
cuenta la creciente población de la tercera edad, pues en ellos hay una
disminución o pérdida de la movilidad física y un deterioro de los sentidos.
Por ello el tener que modificar los espacios en la vivienda: en
escaleras, el uso de pasamanos, cambios de nivel, adaptación de baños para
evitar accidentes que lleven a discapacidad y dependencia.
Incluso, añadió, cuando se hacen este tipo de transiciones se
debe considerar el tipo de mobiliario y el espacio que debe existir alrededor
para permitir el acceso y desplazamiento no sólo a las personas mayores o con
discapacidad, sino para sus cuidadores.
Tal es el caso de la calle de Madero en la ciudad de México,
ejemplificó, “que ya es peatonal y circulan sillas de ruedas, pero los
almacenes tienen escaleras, lo cual impide el ingreso de las personas a los
lugares. Hacer las modificaciones adecuadas implica diagnósticos para lograr el
bienestar”.
Explicó lo anterior al
participar en el Primer
Seminario Ergonomía y Diseño para el Desarrollo de Productos y Espacios Habitables,
organizado en la Unidad Azcapotzalco de la UAM.
No hay comentarios:
Publicar un comentario