Cada
año, el dengue grave cobra la vida de 12,500 personas en México, es decir 2.5
por ciento del medio millón de personas que la padecen a nivel global, según la
Organización Mundial de la Salud (OMS).
Esta enfermedad se ha
convertido en un apremiante problema de salud para América, Asia y Europa porque
las medidas para controlarlo han resultado insuficientes.
La estrategia para
enfrentar este mal se ha centrado en el control del vector transmisor: los
mosquitos del género Aedes, que transmiten el virus de las personas infectadas
a las personas sanas por medio de su picadura, pero su eficacia se halla en
entredicho porque las intervenciones se ejecutan de manera errática, de acuerdo
con estudios del doctor Hugo López Gatell, del Instituto Nacional de Salud
Pública (INSP), presentados en la Academia Nacional de Medicina de México en la
Ciudad de México (CDMX).
El galeno detalló que
“es notorio que las medidas tradicionales de control del dengue, que se basan
fundamentalmente en el control del mosquito vector, (…) hasta el momento sean
una de las intervenciones más usadas, pero también son de las intervenciones
que más recursos consumen, no solamente financieros sino tecnológicos, humanos,
materiales, etc., y lo cierto es que todos coincidimos en que no da resultados”.
Como alternativa a
las medidas propuestas en la Estrategia Global del Control del Dengue 2012-2020
de la OMS, que además incluye la constante vigilancia epidemiológica y el buen
manejo clínico de los casos, en 2016 salió al mercado la primera vacuna contra
esta enfermedad viral, Dengvaxia (CYD-TDV), de Sanofi Pasteur, para personas entre
9 y 45 años.
La respuesta médica
no se hizo esperar y ese mismo año el INSP advirtió sobre los posibles efectos
secundarios tras aplicar la vacuna en individuos sanos, sin embargo, hasta esta
semana, los laboratorios Sanofi Pasteur publicaron en el New England Journal of
Medicine el estudio titulado Efectos de la vacuna del dengue en el estado
serológico: Eficacia y Seguridad.
De acuerdo con el
estudio, vacunar a personas seronegativas, o sea aquellas que no han estado en
contacto con el virus, aumenta el riesgo de su hospitalización por dengue
severo.
En cifras presentadas
por el doctor Gatell, la vacuna tiene una eficacia de alrededor de 50 por
ciento para el serotipo 1 del dengue, y prácticamente nula, de 32 por ciento,
para el serotipo 2. En México, ambos serotipos representan 95 por ciento de los
casos.
Respecto de las
consecuencias de la adopción temprana de la vacuna contra el denge, la OMS
recomienda que la vacuna sea sólo una medida auxiliar de prevención y que se
aplique en zonas que presenten una alta tasa de morbilidad.
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