Los apicultores de México están dejando de captar un sobreprecio
por su miel de entre 35 y 40% en mercados internacionales --donde su calidad es
reconocida--, porque la venden a granel, sin clasificar, ni etiquetas o sellos.
Esto se vuelve especialmente
relevante en años como el anterior, cuando los precios de la miel de
exportación se desplomaron 50% para el productor, por la volatilidad de los
mercados y, sobre todo por la competencia desleal de “mieles” adulteradas
hechas con productos como el arroz, que presuntamente entran de países
asiáticos.
Así lo explica la
investigadora del Campo Experimental Mocochá del Instituto Nacional de
Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP), Yolanda Moguel
Ordóñez, quien desde hace 20 años trabaja en el desarrollo de alternativas y
tecnologías para que el apicultor brinde valor agregado a la miel y aproveche
otros productos derivados de la colmena, como polen, propóleo, cera o jalea
real, los cuales tienen propiedades nutracéuticas o benéficas para la salud,
ayudan a la cicatrización de heridas, infecciones, son antioxidantes, tienen
efectos expectorantes o ayudan a desinflamar vías respiratorias.
La especialista refiere que
al clasificar la miel por tipo de floración el mercado otorga un sobreprecio de
35% a 40%, por lo que si consideramos que en México la producción solo en
2017 fue de 50 mil 955 toneladas, con un valor de exportación de 105
millones de dólares por venta de miel a granel, si sumáramos ese porcentaje,
los ingresos para los apicultores serían más altos.
La investigadora del Campo
Experimental Mocochá, ubicado en territorio yucateco –en el sureste de México-,
explica que cuando 45% del polen en las mieles corresponden a una sola especie
se considera monofloral. Un análisis reveló que en la Península de Yucatán
entre 50% y 55% son monoflorales.
Detalla que la Península de
Yucatán es la principal exportadora de miel de México, ya que aporta entre 85%
y 90% de su producción, la cual el año pasado fue de 20,585 toneladas (t), de
las cuales 9,810 t corresponden a Yucatán, 7,520 t a Campeche y 3,255 t a
Quintana Roo). La Península aportó 33.2% del total de la producción nacional,
que en 2019 fue de 61,986 t.
Yolanda Moguel resalta el
hecho de que los apicultores mexicanos exportan a granel sin dar valor agregado
a su miel, el problema es que el año pasado el precio internacional bajo a 20 o
18 pesos por kilo, cuando en buenas épocas llega a 40 pesos.
“El ingreso –subraya-- cayó
a la mitad, al final del período de cosecha se desplomaron los precios. A
muchos exportadores les cancelaron los contratos y otros se quedaron con miel
en bodega y esto fue en mucho debido a mieles adulteradas, hubo una sobreoferta
de miel. Aunque no vemos un impacto muy grande en volumen exportado, si lo hubo
en ingresos de los apicultores”.
El precio de la miel
–anota-- sube y baja de acuerdo con la demanda de oferta internacional y eso
genera mucha incertidumbre a la actividad, por lo que la investigadora sugiere
que se trabaje en comercializar mieles clasificadas por origen floral, que
daría un valor adicional al producto y el apicultor tendría un ingreso directo.
Al referirse a la
adulteración, expone que ésta no la hacen los apicultores. Cuando se usan
jarabes de azúcar o alta fructosa es fácil de detectar, pero hoy se habla de
miel asiática hecha de jarabe de arroz, pero no sabemos cuales son las vías
exactamente por donde entran, la cual se mezcla con la nacional y solo se detecta
cuando llega a países de la Unión Europea.
La investigadora expone que
aun cuando en el país hay restricciones de ingreso de mieles, aun no tenemos
herramientas para detectar la adulteración con jarabe de arroz. Una propuesta
es que se realicen análisis de resonancia Magnética Nuclear (RMN) para hacer
estas evaluaciones, pero aún está en proceso de implementarse en laboratorios
oficiales.
En tanto, refiere los
compradores cada vez ponen más trabas, antes hablaban de antibióticos,
acariciadas, granos de polen de organismos genéticamente modificados. Ellos
tienen laboratorios mejor equipados que los nuestros y lamentablemente cuando
sucede algún incidente, no tenemos con que soportarlo.
En México se tienen dos
millones de colmenas, que producen miel, pero no se aprovecha el polen, jalea
real, ceras o propóleos, lo cual se refleja en que de los 19 mil apicultores
que hay en la Península de Yucatán, ni 2% comercializa estos productos,
puntualiza Yolanda Moguel.

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